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  • Salón de belleza de Mario Bellatin:Una escritura clarividente sobre el Estado eugenésico peruano. De la pandemia del VIH-SIDA a la del COVID-19
  • Erika Almenara

Han pasado veintisiete años desde que Mario Bellatin publicara la primera edición de Salón de belleza (1994). Desde entonces, el Perú ha cambiado poco. Las usuales e históricamente poblaciones subalternas no han dejado de ser, desde hace doscientos años, golpeadas por la enfermedad y la muerte bajo el abandono e indiferencia de un Estado fallido establecido por criollos y entes foráneos que nada hicieron por remediar la precaria experiencia de vida de estas mismas poblaciones, especialmente, las indígenas, campesinas, afro-peruanas y LGBTQ+.

El artículo que ensayo este veintisiete de enero del 2021, tiene como telón de fondo al Gobierno del Perú extendiendo, una vez más, las restricciones del toque de queda y las políticas de confinamiento debido a que la temida segunda ola del COVID-19 ha dejado al país al borde del colapso sanitario y económico, sin camas UCI ni oxígeno en hospitales públicos.1 Tras estas medidas son las poblaciones subalternas las que volverán a ser impactadas en detrimento de su supervivencia, sobre todo aquellas cuya economía depende de un ejercicio laboral informal.2 El trabajo virtual, así, ha sido y es un privilegio para unos pocos que han podido y pueden mantener sus derechos y beneficios laborales, no teniendo que poner sus vidas en riesgo al salir a la calle y exponerse al virus. [End Page 51]

En este contexto, la población travesti y trans se ha visto particularmente afectada. Si de por sí es ya difícil para estas personas encontrar un trabajo porque “dan mala imagen a la empresa”, “espantan a la clientela”, o “dan asco”, como comenta Gianna Camacho García (15), teniendo así que acudir al trabajo sexual o prostitución, durante la pandemia travestis y trans tuvieron que agenciar otro tipo de trabajos informales como vender cebiche o mazamorra en las calles, incrementando, de esta manera, su exposición al virus.3 Todo esto sucede, cabe mencionar, bajo un sistema económico neoliberal instaurado en el Perú durante los gobiernos de Alberto Fujimori (1990–2000), quien el 5 de abril de 1992, con la ayuda de las Fuerzas Armadas y con la aprobación de más del 70% de la población, llevara a cabo un autogolpe de Estado con el cual disolvió el Congreso de la República y reorganizó completamente el poder judicial, el Tribunal de Garantías Constitucionales, la Contraloría General de la República y el Jurado Nacional de Elecciones. Por medio de esta ruptura institucional, Fujimori se hizo con un poder que utilizó—junto a su asesor Vladimiro Montesinos—para acelerar una serie de reformas neoliberales y biopolíticas que son, en parte, la causa del estado eugenésico en el que vive el Perú y en el que la vida y superviviencia de las personas trans y travestis se ve constantemente precarizada.

Esta precarización, sin embargo, solía ser distinta antes de llevarse a cabo los procesos de colonización en Perú y otras partes de Latinoamérica. Según comenta la travesti, activista y escritora chilena Claudia Rodríguez en una conversación con la también activista, escritora y psicóloga travesti Marlene Wayer, “aquí había otras sexualidades, otras maneras de vivir los géneros y la sexualidad, de vivirse los cuerpos en armonía” (30). Dicha armonía fue rota con la llegada de los conquistadores, provocando que, como señala Wayar, existan en Latinoamérica “sujetos como las travestis y las comunidades originarias que hemos sido víctimas y seguimos siéndolo” (109) a lo largo de la historia. De ahí las similitudes entre las comunidades trans, travestis y las poblaciones originarias, las cuales siguen hasta hoy padeciendo de la victimización del Estado pero también de distintos entes e instituciones de la sociedad peruana, en tanto viven bajo un constante estado eugenésico, intensificado, a través de las reformas neoliberales y biopolíticas establecidas durante los...

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