INTRODUCCIÓN
El 31 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informó sobre un agrupamiento de casos de neumonía de etiología desconocida con inicio de síntomas el 8 de diciembre. El 7 de enero de 2020, las autoridades chinas identificaron como agente causante del brote un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, que ha sido denominado SARS-CoV-2. La enfermedad causada por este nuevo virus se ha denominado por consenso internacional COVID-19. El Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (RSI, 2005) ha declarado el actual brote de nuevo coronavirus como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII) en su reunión del 30 de enero de 2020. Posteriormente, la OMS lo reconoció como una pandemia global el 11 de marzo de 2020. El 13 de marzo se anuncia la Declaración del Estado de Alarma por el Gobierno de España1. A fecha 15 de mayo, en España se han notificado un total de 230.698 casos confirmados de COVID-19 por PCR, 27.563 fallecidos y 144.446 infecciones resueltas, siendo la Comunidad de Madrid la más afectada en número de casos2.
Al igual que en otros países, el gobierno español ha tenido que recurrir a políticas estrictas de distanciamiento social, afectando de esta manera a más de 47 millones de españoles. Dichas medidas incluyen el confinamiento en el domicilio, la suspensión de la actividad educativa y formativa presencial, así como el cese temporal de la actividad profesional no esencial. Esto ha repercutido en un aumento del teletrabajo, en una disminución de las actividades de ocio al cerrarse los lugares públicos y restringirse la libre circulación3. A nivel sanitario, ha sido necesaria una reestructuración y optimización de los recursos asistenciales. En este sentido, los hospitales han tenido que reorganizar sus áreas de consultas y salas de emergencia para llevar a cabo las medidas de seguridad y priorizar la atención de pacientes con COVID-19. Todo ello ha repercutido en el cierre de los Hospitales de Día Psiquiátricos, Unidades de Rehabilitación y consultas ambulatorias, llevando a cabo un seguimiento fundamentalmente telefónico o telemático. El número de Unidades de Hospitalización Breve Psiquiátrica se ha reducido más de un 50% para destinarse a la atención de pacientes con COVID-19, mientras que muchos pacientes psiquiátricos han tenido que ser derivados a hospitales monográficos4.
Existe evidencia sustancial en estudios previos sobre el impacto en salud mental de brotes de enfermedades infecciosas tales como SARS, MERS o Ébola; en los que también ha sido necesario adoptar medidas de distanciamiento preventivas5–7. En una pandemia, el miedo aumenta los niveles de ansiedad y estrés en personas sanas e intensifica los síntomas de personas con trastornos psiquiátricos preexistentes8. Se ha visto una serie de consecuencias psicológicas negativas a largo plazo que incluyen confusión, miedo e ira9,10. Asimismo, se han observado comorbilidades psiquiátricas como depresión, ansiedad, ataques de pánico, excitación psicomotriz, conductas suicidas o síntomas psicóticos5,6.
Según la OMS el impacto psicológico del COVID-19 hasta la fecha es de una elevada tasa de estrés y ansiedad11. En China, tras la aparición del COVID-19, se ha encontrado un aumento de emociones negativas, como ansiedad y depresión, una mayor sensibilidad a los riesgos sociales, así como una disminución de emociones positivas y de satisfacción vital12,13. Similar es la situación en Japón, donde además se han reportado casos de rechazo social, discriminación y estigmatización14.
Se ha observado que personas con patología psiquiátrica previa podrían tener una mayor vulnerabilidad9. En un estudio transversal desarrollado recientemente en la región China de Chongqing, se observó que pacientes psiquiátricos mostraban, durante el pico de la pandemia, mayores niveles de ansiedad, depresión, insomnio e irritabilidad, así como síntomas de estrés postraumático e ideas de suicidio en comparación con controles sanos15. Asimismo, se ha objetivado que personas con antecedentes de pensamientos suicidas, trastorno de pánico y estrés, baja autoestima, son fácilmente susceptibles a pensamientos catastróficos16.
A pesar del potencial impacto en salud mental tanto en la población general como en aquella con patología psiquiátrica previa, casi no existen datos objetivos de la demanda asistencial en urgencias psiquiátricas o en unidades de hospitalización durante la fase inicial de la pandemia actual o de otras previas.
El objetivo principal de este estudio consiste en analizar el impacto inicial del COVID-19 en la demanda asistencial en las urgencias psiquiátricas y de la Unidad de Hospitalización Breve (UHB) de adultos de un hospital terciario de Madrid (España) durante el primer mes tras la declaración de la pandemia por parte de la OMS (11 de marzo al 11 de abril). Según lo observado en la demanda asistencial en urgencias de otras patologías distintas a COVID-1917, presumimos que la demanda de atención psiquiátrica también disminuirá en esta primera fase de confinamiento, como consecuencia del miedo al contagio.
MATERIAL Y MÉTODOS
Procedimiento y muestra
El presente trabajo es un estudio transversal observacional retrospectivo. Se han incluido todos aquellos pacientes con edad igual o superior a 18 años que acudieron a urgencias psiquiátricas del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (HUPH) entre el 11 de marzo y el 11 de abril de 2019 y 2020 respectivamente.
Se revisaron las historias clínicas de todos los pacientes que consultaron durante el periodo descrito. Se han excluido de la muestra las interconsultas psiquiátricas realizadas a pacientes hospitalizados, siendo analizadas de forma independiente.
La recogida de datos se llevó a cabo por dos investigadores independientes. En caso de discrepancias se alcanzó el consenso consultando con un tercer investigador.
El estudio fue aprobado por el Comité de ética de HUPH.
Medidas
Se incluyeron en el estudio las siguientes variables sociodemográficas: edad, sexo y área de referencia hospitalaria en salud mental. Se recogieron variables de carácter clínico entre las que se incluyen: seguimiento previo en salud mental, motivo de consulta, diagnóstico principal, tipo de consulta (voluntaria o involuntaria) y actitud a seguir. Además, se registró el número total de urgencias atendidas en ambos periodos, así como el grado de ocupación de la UHB.
Análisis estadísticos
Se realizaron análisis descriptivos de las variables categóricas mediante frecuencias absolutas y relativas, y de las variables numéricas mediante la media (+/- desviación estándar). Se utilizaron las pruebas de Chi Cuadrado o Test exacto de Fisher para el contraste de hipótesis de variables categóricas y la prueba U Mann-Whitney para el contraste de variables cuantitativas. El nivel de significación estadística se fijó en 0,05. El paquete estadístico utilizado para la gestión y análisis fue el IBM SPSS Statistics.
RESULTADOS
En la Figura 1 se recoge la demanda asistencial en la urgencia de psiquiatría de los pacientes atendidos entre el 11 de marzo y el 11 de abril por día en 2019 y 2020 respectivamente. Acudieron a urgencias un total de 189 pacientes en 2019 y de 77 pacientes en 2020.
Se observa un descenso significativo de la media de pacientes atendidos al día en urgencias entre ambos periodos, siendo esta de 5,91 (±2,53) en 2019 y de 2,41 (±1,81) en 2020 con una p<0.001.
En la Tabla 1 se observan las características sociodemográficas y clínicas de los pacientes atendidos en la urgencia psiquiátrica en los periodos descritos. Se atendieron 182 pacientes de los 189 que acudieron en 2019, dado que 7 de ellos se marcharon de alta voluntaria no comunicada. En el año 2020, se atendieron 76 de los 77 pacientes que acudieron, por el mismo motivo. Se objetiva un aumento significativo en el porcentaje de pacientes atendidos de otras áreas sanitarias en 2020 en comparación a 2019. Por otro lado, se observa un aumento de consultas involuntarias siendo este un 48,7% en 2020, respecto a un 29,7% en 2019 con una p<0.01.
2019 (N=182) | 2020 (N=76) | Significación estadística | |
---|---|---|---|
Sexo masculino | 45,10% | 38,20% | NS |
Sexo femenino | 54,90% | 61,80% | NS |
Edad | 40,31 (±14,94) | 40,35 (±15,61) | NS |
Área sanitaria de referencia | 84,60% | 71,10% | 0,011 |
Seguimiento actual en salud mental | 69,80% | 72,40% | NS |
Consulta involuntaria | 29,70% | 48,70% | 0,003 |
Trabajador hospitalario | 3,30% | 7,90% | NS |
Tóxicos en orina positivos | 18,70% | 16,40% | NS |
Ingreso | 20,60% | 35,10% | 0,011 |
*NS: No significativo
En la Figura 2 se recogen los motivos de consulta de los pacientes que acudieron a urgencias en los periodos estudiados, sin observarse diferencias significativas entre ambos años.
En cuanto a la proporción de ingresos de los pacientes que acuden a urgencias, se ha visto un aumento significativo en el año 2020 respecto al año anterior (Tabla 1). En la Figura 3, se recoge la ocupación en la UHB durante los mismos periodos descritos, observándose una disminución de la ocupación media de camas en la UHB, ocupándose un 91,84% (±7,72) de camas en 2019 y un 58,85% (±13,81) en 2020 con una p<0,001.
En la Figura 4, se recogen los diagnósticos principales de los pacientes que ingresaron en la UHB en ambos periodos.
Por último, existe un aumento de las interconsultas de psiquiatría realizadas en urgencias en el año 2020 respecto al año 2019. Se atendieron un total de 9 pacientes en 2019 y de 23 pacientes en 2020, observándose un aumento del 60,87% de la demanda.
DISCUSIÓN
La infección por COVID-19 es una enfermedad nueva y, por lo tanto, es comprensible que su aparición y propagación puedan generar angustia, ansiedad y miedo en la población (10). Hay algunos que señalan que el amplio alcance y difusión que ha tenido la infección por COVID puede generar una crisis en salud mental, principalmente en países con alto número de casos18. Entre los resultados obtenidos, destaca una disminución significativa tanto en la demanda asistencial de urgencias como en la tasa de ocupación diaria en la UHB. Mientras que en 2019 se atendieron en urgencias un total de 182 pacientes (54. 9% mujeres), en 2020 fueron solo 76 (61.8% mujeres), observándose una disminución del 58,25% de la demanda. De los pacientes atendidos en urgencias, cabe destacar que se ha visto un aumento significativo de los traslados involuntarios al hospital para valoración psiquiátrica. El principal motivo de consulta ha continuado siendo las alteraciones de conducta, sin embargo, destaca una notable disminución de los pacientes que acudieron por sintomatología ansiosa (26,5% en 2019 respecto a 16,9% en 2020). El cierre temporal de algunas UHB de psiquiatría de la Comunidad de Madrid se ha visto reflejado en los resultados al haber un aumento de los pacientes atendidos en urgencias pertenecientes a otras áreas sanitarias. No obstante, esto no ha conllevado un aumento en la demanda asistencial. Respecto a la hospitalización, también se observa una disminución en la tasa de ocupación diaria, siendo esta de un 91,84% (±7,72) en 2019 y de un 58,85% (±13,81) en 2020. Pese a una disminución en números absolutos de ingresos, se ha visto un aumento significativo de la proporción de ingresos respecto al total de pacientes que han acudido a urgencias.
Las pandemias/epidemias pueden causar miedo colectivo e imponer cambios en el estilo de vida no sólo para aquellos directamente afectados por la infección19. Los estudios realizados en los brotes anteriores muestran que existen efectos a nivel cognitivo y de salud mental a largo plazo en la población10. En consecuencia, se podría esperar un aumento de la demanda de atención psiquiátrica a raíz de la situación actual, lo que contrasta con los resultados obtenidos en el presente estudio en que se ha observado una disminución sustancial de la demanda tanto en urgencias como en las unidades de hospitalización. Una de las principales explicaciones estaría en relación a los comportamientos adoptados de protección en respuesta a situaciones que amenazan la salud, como sería el aislamiento20. A diferencia de los desastres humanos a gran escala del pasado, se considera que la infección por COVID-19 proporciona un contexto completamente nuevo, ya que una pandemia de magnitud e impacto similar no se ha visto en los tiempos modernos21. Al menos un tercio de la población mundial ha sido objeto de algunas restricciones sociales y los efectos de las políticas adoptadas se están extendiendo a prácticamente todos los sectores de la sociedad22. La pandemia de la enfermedad por COVID-19 se está convirtiendo en un evento global a escala masiva, siendo uno de los más importantes desde la Segunda Guerra Mundial23. Históricamente ha existido un miedo exagerado relacionado con la infección en comparación con otras afecciones, dado que posee características únicas: se transmite de forma rápida, es inminente e invisible24. La experiencia de miedo se magnifica cuando las referencias socioculturales tradicionales del colectivo y del individuo, como los enfoques tradicionales de control y tratamiento de enfermedades, colapsan o se invalidan25. Se ha demostrado el factor crucial que conduce a la motivación de protección es la severidad percibida de la amenaza26. En este sentido, el miedo al contagio actuaría como un modulador de la demanda psiquiátrica, dado que tanto los pacientes como sus familiares pueden percibir a los hospitales como sitios de amenaza para contraer el virus. En comparación con la pandemia mundial anterior, la gripe española, el mundo ha cambiado significativamente: el comercio mundial, los viajes, el movimiento global y la velocidad que se comparte la información en internet han aumentado drásticamente. Apoyando a la explicación anterior, un estudio reciente ha descrito que el uso de redes sociales supone un impacto positivo en la motivación de las personas a adoptar medidas preventivas como el autoaislamiento, debido al aumento de la percepción de amenaza y afrontamiento de la infección21.
Algunos autores especulan que puede existir un mayor riesgo de recaída en las personas que padecen una condición psiquiátrica preexistente, ya sea por restricción de movimiento a los centros de atención o por el retraso al acceso del mismo27. Aunque se ha visto una disminución en la tasa de ocupación diaria en la UHB, existe un aumento en la proporción de ingresos respecto al número total de consultas de urgencias y un aumento en los traslados involuntarios al hospital, por lo que se infiere que los pacientes que fueron atendidos e ingresados durante el año 2020 reviste de una mayor gravedad respecto al año previo. Por ejemplo, respecto al total de pacientes atendidos en urgencias durante el 2020, un 16,9% de ellos fueron diagnosticados de Trastorno Bipolar frente a solo un 7,4% durante el año anterior. Asimismo, los 5 pacientes que acudieron a urgencias en 2020 con diagnóstico de Otros Trastornos neuróticos secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos requirieron ingreso, en contraste al 2019 que con el mismo diagnóstico fueron dados de alta.
Se ha sugerido la posibilidad de que se produzca un aumento en la tasa de suicidios como consecuencia de los efectos del coronavirus en la salud mental de la población28. La aparición de síntomas depresivos, ansiedad y estrés postraumático28, el aislamiento social, la separación de los seres queridos o cuidadores y el desempleo constituyen factores de riesgo de suicidio29,30. Ya se ha publicado algún caso de suicidio en contexto de pandemia por COVID-1931,32. A pesar de lo anterior, en el análisis realizado, resulta llamativa la disminución de consultas en urgencias por ideación autolítica y la ausencia de un aumento significativo de los intentos autolíticos en el primer mes tras la declaración de la pandemia (10,1% en 2019 respecto a 15,6% en 2020).
La principal fortaleza del presente trabajo, es ser el primer estudio hasta la fecha que analiza la demanda asistencial en población adulta durante el inicio de la pandemia por COVID-19. Cabe señalar como principal limitación el pequeño tamaño de la muestra al haberse analizado únicamente el primer mes tras la declaración de la pandemia. Esto ha podido limitar la significación estadística de los resultados, principalmente sobre la prevalencia de los diferentes trastornos mentales. Por otro lado, no es posible analizar las consecuencias negativas a largo plazo y la repercusión en el desarrollo de trastornos psiquiátricos o empeoramiento de los preexistentes. Se necesitarán más estudios que abarquen un mayor tiempo de análisis de la demanda durante los meses posteriores al primer mes de la pandemia para profundizar en el impacto de la misma.
CONCLUSIONES
La demanda en la urgencia de pacientes psiquiátricos y la ocupación media de camas se ha reducido durante el primer mes tras la declaración de la pandemia. Esto coincide con una reestructuración y optimización de los recursos asistenciales para priorizar la atención de pacientes con COVID-19.
El miedo al contagio puede actuar como modulador de la demanda psiquiátrica. Ante una amenaza de infección, los pacientes y familiares pueden adoptar comportamientos de protección como el aislamiento.
Se ha observado un aumento del porcentaje de ingresos respecto al total de pacientes que acude a urgencias, de lo que inferimos que estos pacientes revisten mayor gravedad. El miedo sostenido aumenta la depresión, ansiedad y estrés, por lo que si se continúa con el estudio durante un mayor periodo de tiempo, podría verse reflejado en los análisis posteriores.