La pandemia producida por SARS-CoV-2 (COVID-19) a enero de 2021 ha afectado a más de 83 millones de personas, con más de 1,8 millones de muertes en el mundo1. En Chile, se han confirmado 629.176 casos y 16.913 fallecimientos2. Esta pandemia tiene consecuencias directas y graves desde el punto de vista infeccioso3,4, resultando particularmente agresiva, entre otras causas, por la tensión que imponen a los servicios de salud al representar una demanda asistencial intensa en un tiempo acotado.
Estudios iniciales durante esta pandemia han mostrado que la salud mental de la población se ve afectada5, por la incertidumbre, cuarentenas, el impacto económico, etc. La evidencia de pandemias pasadas muestran efectos en la salud mental en el largo plazo6, En Chile se ha documentado preliminarmente este problema7,8.
Dentro de la pandemia, los trabajadores sanitarios tienen mayores condiciones de riesgo para afectar su salud mental: mayor riesgo de contagio, cambios en sus condiciones laborales (sobrecarga de tareas, cambio de funciones, toma de decisiones difíciles, etc.), las medidas de manejo poblacional de la emergencia sanitaria (cuarentenas, restricciones al desplazamiento, limitación de actividades, etc.), etc. Todo esto aumenta sus niveles de estrés, pudiendo afectar negativamente su salud mental durante el periodo epidémico y después de este. La evidencia proveniente de brotes epidémicos previos muestra que los trabajadores sanitarios presentan distrés psicológico, ansiedad, depresión y estrés postraumático9,10. Lai et al.11, en un estudio transversal llevado a cabo al inicio de esta pandemia en Wuhan (enero-febrero de 2020), reportaron que 71,5% de médicos y enfermeras presentó distrés psicológico, 34,0% insomnio, 44,6% ansiedad y 50,4% síntomas depresivos. Por lo anterior, es importante estudiar esta situación en Chile.
Respecto a los factores de riesgo, estudios basados en esta pandemia11,12 y en otros brotes epidémicos (SARS, MERS y Ébola)13,14, reportaron que mujeres, enfermeras y médicos especialistas, en contacto directo con personas contagiadas, tienen mayor riesgo de problemas de salud mental. Otros factores descritos fueron el miedo a enfermar y contagiar a sus familias, así como el estigma y discriminación de la comunidad. Por otro lado, mayor especialización y experiencia previa frente a situaciones de crisis se asoció a menor sintomatología10,15. Esta situación está generando preocupación de parte de los organismos internacionales16, junto con el desarrollo de posibles intervenciones17.
En muchos países, el contagio en el personal de salud ha avanzado muy rápido en los primeros meses18, lo que también ha ocurrido en Chile19. Un pequeño estudio realizado en nuestro país (125 profesionales de la salud) mostró altos niveles de síntomas depresivos (65%), ansiedad (74%), insomnio (65%) y distrés (57%)20.
La carencia de estudios de mayor envergadura nacional e internacional, que involucre atodos los tipos de trabajadores de la salud, que evalúe los efectos de corto y largo plazo, junto a la necesidad de contribuir al diseño de políticas e intervenciones adecuadas, llevó a desarrollar un proyecto colaborativo, con participación en 30 países de cinco continente: “The HEalth caRe wOrkErs Study” (THCWS) (protocolo aceptado en ClinicalTrials.gov, registro: NCT04352634) que cuenta con el respaldo de OPS/OMS.
Material y Método
THCWS es un estudio de cohorte, con evaluaciones a través de encuesta de autorreporte al inicio, a los 6 y 12 meses. Aquí se describen los datos de la evaluación inicial, como un estudio transversal.
Para la estimación del tamaño muestral mínimo, se tomó como referencia el mencionado estudio de Lai et al.11. Se asumió la condición más exigente para el tamaño muestral, con un p = 50%. Así, con un nivel de confianza de 95% para hipótesis bilateral y tamaño del error de ± 3%, se necesitaban 1.067 participantes a seguir. Estimando una pérdida anual no mayor a 25%, la cohorte debería comenzar con 1.423 personas.
Se diseñó un cuestionario estructurado cuyos contenidos se encuentran descritos en la Tabla 121–26.
Contenido | Instrumento |
---|---|
Aspectos socio-demográficos, laborales y antecedentes de salud | Confeccionado ad-hoc |
Experiencias relevantes durante la pandemia | Confeccionado ad-hoc para incluir: exposición a pacientes COVID-19, uso y evaluación de equipos de protección personal (EPP), contagio y muerte de seres queridos, temores al contagio, etc. |
Probabilidad de trastornos de salud mental | Goldberg Health Questionnaire, en su versión de 12 preguntas (GHQ-12)* |
Probabilidad de trastorno depresivo | Patient Health Questionnaire, en su versión de 9 preguntas (PHQ-9)† |
Ideación e intento suicida | Escala de Seriedad Suicida de Columbia‡ |
Autoevaluación del estado de salud mental, y necesidad, búsqueda y acceso a atenciones de ayuda psicológica | Confeccionado ad-hoc |
*Es uno de los instrumentos más utilizados en el mundo y con buenas propiedades psicométricas para valorar el nivel de malestar psíquico e identificar un posible caso con un trastorno mental18. En Chile, existe un estudio de validación de criterio, en el cual se obtuvo que el mejor punto de corte estaba entre 4 y 5 puntos19 y se ha demostrado que la versión de 12 preguntas tiene una estructura unifactorial, siendo útil para identificar niveles de distrés o malestar psicológico20.
†Este instrumento fue creado para la identificación de casos con un trastorno depresivo entre consultante de Atención Primaria y la intensidad de su cuadro21, pero que se ha extendido su uso a población general, en especial para identificar síntomas depresivos. Ha sido validado en Chile, mostrando buenas propiedades psicométricas y una estructura unifactorial22.
‡Preguntas seleccionadas tomadas de esta escala23.
Durante abril de 2020, se identificaron diferentes tipos de establecimientos de salud interesados en participar en el estudio, y que tuvieran cuatro características: a) que pertenezcan al sector público y al privado; 2) que brinden servicios a todos los grupos de edad; 3) que incluya todos los niveles de complejidad, desde centros de atención primaria hasta hospitales de alta complejidad; y 4) que haya diversidad regional. Se contactó mediante autoridades a 48 establecimientos y finalmente se contó con 36 de estos, donde se realizó la invitación directa a los trabajadores (a sus correos electrónicos o por mensajes de WhatsApp). Entre el 22 de mayo y el 2 de julio del 2020, se enviaron 28.038 invitaciones, obteniéndose 973 respuestas, 188 de ellas incompletas. Esto equivale a una tasa de participación de 3,4%. Para incrementar la tasa de participación, se usó un enlace que se distribuyó por diferentes vías (evento de difusión, redes sociales, envío masivo de correos, etc.). Entre el 3 de julio y el 31 de agosto de 2020 se obtuvieron 1.481 respuestas más, 332 de ellas incompletas. De este modo, se recibió un total de 2.454 respuestas, siendo 1.934 completas, que es la muestra final para el análisis de la línea basal del estudio.
Se utilizó una plataforma digital alojada en la Universidad de Chile, que tiene una funcionalidad de manejo y protección de datos semejante a REDCap27, y que cuenta con tecnología de encriptación de datos de estándar internacional. Para garantizar la confidencialidad, se utilizó un sistema de códigos “ID” para posterior seguimiento. La seguridad fue garantizada mediante tres elementos: a) ingresos restringidos al sistema solo para el personal con credenciales de acceso asignadas por el administrador; b) datos respaldados diariamente en servidores virtuales que garantizan la seguridad, integridad y disponibilidad de la información; y, c) trazabilidad de cualquier modificación de la base de datos. Para garantizar la calidad de los datos, todas las secciones de la encuesta siguieron un formato digital que cuenta con saltos lógicos y rangos predeterminados (compatible con smartphone, tablet y PC). Esto permite completar correctamente el instrumentoe impide la introducción de valores fuera de rango, reduciendo errores de digitación.
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de Investigación de Seres Humanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (protocolo N° 024-2020), y por el Ethics Review Committee de la Organización Panamericana de la Salud (PAHOERC.0208.02). Los participantes aprobaron un consentimiento informado antes de iniciar la encuesta.
Resultados
La Tabla 2 presenta los datos generales de la muestra de 1.934 trabajadores de la salud. Cerca de tres cuartos eran mujeres y la edad promedio fue de 37,7 años. El 41,3% eran médicos, 33,4% otros profesionales, 9,1% técnicos, y 10,1% trabajaban en gestión o áreas administrativas. La mayoría (85,3%) tenía un nivel de educación universitaria o superior. Respecto del lugar de trabajo, 48,2% laboraba en un hospital y 44,6% lo hacía en un centro de atención ambulatoria.
Variables | Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|---|
Género: | |||
• Mujer | 1.432 | 74,1% | |
• Hombre | 502 | 25,9% | |
Nivel educacional: | |||
• Enseñanza Básica / Media | 46 | 2,4% | |
• Técnico-Profesional | 238 | 12,3% | |
• Universitaria | 979 | 50,6% | |
• Postgrado / Especialidad | 671 | 34,7% | |
Tipo de trabajo: | |||
• Médicos | 799 | 41,3% | |
• Otros profesionales | 646 | 33,4% | |
• Técnicos | 176 | 9,1% | |
• Administrativos | 110 | 5,7% | |
• Gestión | 85 | 4,4% | |
• Otros | 118 | 6,1% | |
Tipo de Centro: | |||
• Hospitales | 932 | 48,2% | |
• Centros de Atención Ambulatoria (CESFAM, CDT, CRS, COSAM, etc.) | 863 | 44,6% | |
• Otros (Servicios de Salud, SEREMI, etc.) | 139 | 7,2% | |
Edad (promedio ± D.E.): | 37,7 ± 10,3 años |
Nota:D.E. r= desviacirón estrándar.
Los centros de atención ambulatoria tuvieron un porcentaje significativamente mayor de mujeres (79,6%), respecto de los hospitales (70,0%) y las otras dependencias (67,4%) (p < 0,001). De igual forma, la edad promedio fue significativamente menor en los centros de atención ambulatoria (36,8 ± 9,6 años), respecto del observado en los trabajadores de hospitales (38,7 ± 11,0 años) y de otras dependencias (37,6 ± 10,0 años) (p < 0,001).
Experiencias relevantes al trabajar en la pandemia de COVID-19
Las frecuencias de diferentes experiencias que estuvieron relacionadas con el trabajo en pandemia y que han sido asociadas al estado de salud mental se presentan desagregadas por género (Tabla 3) y por lugar de trabajo (Tabla 4).
Variables | Toda la muestra | Género | Diferencia de medias p-value | ||
---|---|---|---|---|---|
Mujer | Hombre | ||||
En la última semana, ha estado cerca de pacientes con sospecha o confirmación de COVID-19 | |||||
• “Si” | 58,2% | 55,2% | 67,1% | < 0,001 | |
• “No sabe” | 15,0% | 15,9% | 12,4% | ||
¿Considera que los equipos (EPPs) que posee son suficientes para evitar el contagio? (Si”) | 55,4% | 52,7% | 63,1% | < 0,001 | |
¿Cuánto le preocupa contagiarse? (“Mucho” o “muchísimo”) | 70,6% | 73,1% | 63,5% | < 0,001 | |
¿Cuánto le preocupa contagiar a sus seres queridos? (“Mucho” o “muchísimo”) | 92,6% | 93,3% | 90,6% | 0,047 | |
Desde el inicio de la pandemia, ¿algún ser querido ha tenido COVID-19? (“Si”) | 28,8% | 29,2% | 27,5% | 0,484 | |
¿Algún ser querido ha fallecido por COVID-19? (“Si”) | 12,4% | 11,5% | 15,2% | 0,245 | |
Como trabajador/a de la salud, me he sentido estigmatizado/a y/o discriminado/a por razones relativas a COVID-19 (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 39,4% | 42,4% | 31,1% | < 0,001 | |
He sufrido violencia por ser trabajador/a de la salud durante la pandemia (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 15,4% | 15,8% | 14,2% | 0,009 | |
Cuento con una red fiable de compañeros/as de trabajo (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 81,7% | 80,4% | 85,4% | 0,046 | |
Tengo seres queridos que me apoyan cuando lo necesito (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 93,8% | 93,1% | 95,6% | 0,165 |
Nota:EPP r= Elementos de proteccirón personal
Variables | Toda la muestra | Tipo de Centro* | Diferencia de medias p-value | |||
---|---|---|---|---|---|---|
Hosp | CAA | Otro | ||||
En la última semana, ha estado cerca de pacientes con sospecha o confirmación de COVID-19 | ||||||
• “Si” | 58,2% | 65,3% | 53,7% | 38,9% | < 0,001 | |
• “No sabe” | 15,0% | 12,0% | 17,3% | 21,6% | ||
¿Considera que los equipos (EPPs) que posee son suficientes para evitar el contagio? (“Si”) | 55,4% | 57,1% | 53,4% | 56,1% | 0,347 | |
¿Cuánto le preocupa contagiarse? (“Mucho” o “muchísimo”) | 70,6% | 67,5% | 73,7% | 71,7% | 0,033 | |
¿Cuánto le preocupa contagiar a sus seres queridos? (“Mucho” o “muchísimo”) | 92,6% | 91,6% | 94,2% | 88,5% | 0,024 | |
Desde el inicio de la pandemia, ¿algún ser querido ha tenido COVID-19? (“Si”) | 28,8% | 26,0% | 31,2% | 33,1% | 0,026 | |
¿Algún ser querido ha fallecido por COVID-19? (“Si”) | 12,4% | 9,9% | 15,9% | 4,4% | 0,027 | |
Como trabajador/a de la salud, me he sentido estigmatizado/a y/o discriminado/a por razones relativas a COVID-19 (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 39,4% | 40,3% | 38,2% | 41,0% | 0,348 | |
He sufrido violencia por ser trabajador/a de la salud durante la pandemia (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 15,4% | 11,4% | 19,1% | 18,7% | < 0,001 | |
Cuento con una red fiable de compañeros/as de trabajo (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 81,7% | 82,9% | 80,6% | 79,9% | 0,002 | |
Tengo seres queridos que me apoyan cuando lo necesito (“De acuerdo” y “muy de acuerdo”) | 93,8% | 94,2% | 93,4% | 92,8% | 0,272 |
Nota : EPP r= Elementos de proteccirón personal. Hospr= Hospitales; CAAr= Centros de atencirón ambulatoria; Otror= Otros.
Las experiencias que resultaron más frecuentes o relevantes fueron:
Una mayoría señaló haber estado cerca de pacientes con sospecha o confirmación de COVID-19 en la semana previa.
Sobre la mitad consideró que los equipos de protección personal (EPPs) son suficientes para prevenir el contagio.
Más de dos tercios mencionó alta preocupación por contagiarse de COVID-19. Esta preocupación fue aun mayor frente al contagio de seres queridos con quienes vive.
Menos de un tercio refirió que algún familiar había sido diagnosticado de COVID-19 y cerca de 12% tenía algún familiar que había fallecido por esta enfermedad.
Más de un tercio refirió haberse sentido estigmatizado o discriminado y cerca de 15% refirió haber sufrido algún acto de violencia, por su condición de trabajador sanitario.
Gran mayoría refirió sentir apoyo desde sus compañeros de trabajo y seres queridos.
La Tabla 3 muestra que, para la mayoría de las experiencias señaladas, las trabajadoras eran quienes tienen una situación de mayor riesgo para su salud mental, respecto de los hombres. Una mayor proporción cree: que las EPPs son insuficientes, tiene miedo de contagiarse o de contagiar a seres queridos, se ha sentido estigmatizada o discriminada, o ha sido objeto de violencia. Además, un porcentaje menor siente contar con una red fiable en su trabajo.
La Tabla 4 presenta la comparación entre los tres lugares de trabajo, observándose una mayor frecuencia de condiciones de riesgo entre los trabajadores de centros de atención ambulatoria (la mayoría de ellos trabaja en atención primaria).
Frecuencia del malestar psicológico (GHQ-12)
El puntaje total del GHQ-1221 para todo el grupo tuvo un promedio de 16,3 y DE 6,3 puntos; un rango entre 1 y 36 puntos, y una distribución que asemeja a una curva normal, pero asimétrica hacia la derecha (asimetría: 0,376) y achatada en la punta (curtosis: -0,349). Al comparar por género (Tabla 5), las mujeres tuvieron un puntaje significativamente más elevado que los hombres, y al hacerlo por lugar de trabajo no se aprecian diferencias significativas.
Variables | Toda la muestra | Género | DM P value | Tipo de Centro* | DM P value | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Mujer | Hombre | Hospitales | CAA | Otros | |||||
Puntaje total en el GHQ-12 (promedio ± DE) | 16,3 ±6,3 | 16,8 ±6,3 | 14,9 ±6,3 | < 0,001 | 16,3 ± 6,4 | 16,3 ±6,3 | 16,3 ±6,3 | 0,987 | |
Casos positivos en el screening con GHQ-12 (> 5 puntos) (%) | 58,9% | 61,9% | 50,3% | < 0,001 | 58,7% | 58,4% | 63,3% | 0,582 | |
Distribución porcentual de los casos según intensidad del cuadro depresivo (PHQ-9) | |||||||||
• Ausente o mínimo (0-4) | 27,0% | 22,3% | 40,3% | < 0,001 | 29,2% | 25,3% | 23,0% | 0,448 | |
• Leve (5-9) | 36,2% | 36,6% | 34,9% | 35,1% | 36,8% | 39,6% | |||
• Moderado (10-14) | 21,5% | 23,5% | 15,8% | 20,4% | 22,7% | 20,9% | |||
• Moderado-grave (15-19) | 9,8% | 11,1% | 6,0% | 10,4% | 8,9% | 10,8% | |||
• Grave (20-27) | 5,6% | 6,5% | 3,0% | 4,9% | 6,3% | 5,8% | |||
Casos que señalan tener el deseo de estar muertas/os (%) | 12,2% | 13,6% | 8,0% | 0,001 | 11,8% | 12,8% | 10,8% | 0,729 | |
Casos que señalan tener ideas de matarse (%) | 2,3% | 2,0% | 3,2% | 0,110 | 2,4% | 1,9% | 3,6% | 0,431 | |
Participantes que sienten que necesitan apoyo psicológico (%) | 51,1% | 55,7% | 37,7% | < 0,001 | 50,6% | 51,8% | 49,6% | 0,834 | |
Casos que han recibido apoyo psicológico, entre quienes sienten que la necesitan (%) | 37,9% | 37,9% | 31,2% | 0,083 | 40,5% | 33,3% | 33,3% | 0,067 |
Nota : DE r= Desviacirón estrándar, DM r= Diferencia de medias. Hosp r= Hospitales; CAA r= Centros de atencirón ambulatoria.
Al usarlo como tamizaje para casos de trastorno mental22, se encontró que 58,9% de los encuestados eran positivos (puntaje de 5 o más puntos). Las mujeres encuestadas tenían una frecuencia significativamente más elevada de casos positivos (61,9%) respecto de los hombres (50,3%) y no hay diferencias significativas según lugar de trabajo (p = 0,582).
Frecuencia de síntomas y cuadros depresivos (PHQ-9)
Basado en el puntaje del PHQ-9 se puede clasificar a los encuestados según intensidad de los síntomas depresivos24,25 (Tabla 5): 31,3% presentaba síntomas depresivos moderados a graves y 5,6% tenía síntomas graves (36,9% la suma de ambos grupos).
En la Tabla 5 se puede apreciar que entre las mujeres el grupo con sintomatología moderada a grave fue 41,1%, siendo significativamente más alto que en los hombres. No hay diferencias significativas según lugar de trabajo.
Frecuencia de ideas suicidas
El 12,2% de los encuestados señaló tener el deseo de estar muerto/a26. Entre las mujeres, esta cifra fue notoriamente más elevada (13,6%) respecto de los hombres (8,0%), tal como se muestra en la Tabla 5. No se observan diferencias significativas según lugar de trabajo.
El 2,3% de los participantes refirió tener ideas suicidas, no existiendo diferencias significativas por género, ni por lugar de trabajo. Por lo tanto, 1 de cada 5 trabajadores que señaló su deseo de estar muerto (12,2%), además, ha pensado en matarse (2,3%). En los hombres esta razón fue mayor: 2 de cada 5.
Dado que el deseo de estar muerto es un evento extremo y se relaciona con el riesgo suicida, se exploró su asociación con los otros indicadores de salud mental. Las personas que señalaron tener este deseo tenían un puntaje significativamente más alto en el GHQ-12 (22,6 ± 5,8 vs 15,4 ± 5,9; p < 0,001) y en el PHQ-9 (15,1 ± 5,9 vs 7,7 ± 5,0; p < 0,001). De igual forma, el 90,6% de quienes tenían el deseo de estar muertos son un caso positivo en el tamizaje del GHQ-12, en contraste con 54,5% entre quienes no tenían este deseo (p < 0,001), indicando la asociación entre los indicadores negativos de salud mental y el riesgo suicida, entre estos trabajadores.
Salud mental y acceso a apoyo psicológico
El 51,1% de los encuestados sintió que ha necesitado apoyo psicológico durante este tiempo de pandemia. Esta cifra fue notoriamente más alta entre las mujeres y no hubo diferencias según lugar de trabajo (Tabla 5).
Quienes manifestaron la necesidad de recibir apoyo psicológico tenían peores indicadores de salud mental: en este grupo, los valores en el GHQ-12 y en el PHQ-9, fueron significativamente más elevados que quienes no lo manifestaron. De igual forma, dentro de este grupo, 77,7% puntuaba como caso positivo en el tamizaje del GHQ-12, siendo solo 39,2% en el otro grupo (datos no mostrados).
En la Tabla 5 se aprecia que solo un tercio de quienes señalaron necesitar ayuda psicológica la obtuvieron, siendo un poco mayor entre las mujeres y entre quienes trabajan en hospitales. Entre los que recibieron ayuda: 17,3% fue solo en forma presencial, 68,8% solo a distancia (llamada telefónica, videollamada, por chat, etc.) y 13,9% recibió una combinación de ambas formas. Entre los que recibieron ayuda presencial, 53,1% sentía que les ayudó “mucho” o “muchísimo”, cifra que fue de 60,5% entre quienes recibieron apoyo a distancia (datos no mostrados).
Entre quienes refirieron el deseo de estar muerto, 82,1% señaló que había sentido la necesidad de apoyo psicológico. Solo un tercio de quienes deseaban estar muertos tuvieron alguna forma de apoyo psicológico, en su mayoría a distancia.
Discusión
Existe un alto porcentaje de trabajadores de la salud con síntomas de malestar psicológico, depresión e ideas suicidas, similar a lo reportado en la mayoría de los estudios realizados en este tiempo10,11, y bastante más alto que las cifras de prevalencia reportadas previo a la pandemia en nuestro país25,28. A la vez, es preocupante que solo un tercio de los trabajadores que sienten que necesitan ayuda psicológica la han recibido, lo que nos señala necesidades de atención no satisfechas con las medidas que se habían tomado hasta el momento de la encuesta29, lo cual requiere una pronta acción. En especial, destacamos 2/3 de los trabajadores de la salud que señalan haber tenido deseos de estar muertos, no han recibido apoyo, lo que es una situación muy preocupante.
Otro aspecto relevante es la mayor frecuencia de problemas de salud mental entre las trabajadoras. Si bien, en todos los estudios de prevalencia de trastornos mentales -incluidos los trabajadores sanitarios30-, las mujeres tienen cifras más elevadas que los hombres, cuya explicación puede analizarse mejor desde una perspectiva de género que en aspectos puramente biológicos31. Nuestro estudio muestra que ellas reportan con mayor frecuencia varias condiciones de riesgo, incluyendo más experiencias de ser objeto de estigmatización y violencia, así como un menor apoyo recibido para quienes lo necesitan. Una gran proporción de los profesionales de la salud son mujeres que enfrentan un mayor riesgo de infección, morbilidad y muerte por su profesión, y al mismo tiempo, actúan con más frecuencia como las principales cuidadoras dentro del hogar. Estas cargas “extra”, como se ha visto en epidemias previas32,33, ponen a las trabajadoras de la salud en mayor riesgo de desarrollar patología psiquiátrica. Al mismo tiempo, los hombres solicitan menos ayuda y servicios de salud mental cuando los necesitan, al menos en población general34.
Un hallazgo destacable, que hasta la fecha no ha sido reportado, es la mayor frecuencia de condiciones de riesgo en los trabajadores de centros de atención ambulatoria (atención primaria y especialidades). En general, la mayoría de los países han puesto mayor preocupación en los equipos que laboran en áreas de alta especialización hospitalaria (como unidades de pacientes críticos) y en nuestro estudio se aprecia que los trabajadores de hospitales con necesidades de apoyo psicológico acceden a él con mayor frecuencia que sus contrapartes en atención ambulatoria. Esto es importante para orientar más recursos hacia los centros de atención ambulatoria y facilitar su acceso a servicios o intervenciones de apoyo; y, además, para potenciar el desarrollo de estrategias de tipo local, más cercana al lugar directo de trabajo (servicios clínicos, CESFAM, etc.) y que han demostrado ser efectivas, tal como fue señalado en una revisión hecha por miembros de nuestro equipo17.
Nuestro estudio presenta algunas limitaciones que se explican por el contexto donde fue hecho y que deben tenerse en cuenta para interpretar los resultados en forma correcta. La primera de ellas es la baja tasa de participación, de 3,4% en la primera fase de la encuesta, y luego la imposibilidad de calcular esta tasa durante la segunda fase. No se puede asegurar la representatividad de la muestra respecto del universo de nuestros trabajadores de la salud. Sin embargo, la mayoría de los trabajos que utilizan estas metodologías tienen tasas bajas35,36 o ni siquiera son reportadas11,20. Esta limitación conlleva un potencial sesgo de selección que pudiera sobredimensionar las prevalencias observadas, aunque no tenemos ninguna evidencia empírica que esto haya sido así.
Otra limitación es que el uso de encuestas on-line hace menos probable la participación de personal de más edad (con menor alfabetización digital) o con menos recursos de acceso a tecnología37. Para reducir esta limitación, se hizo un esfuerzo especial en los centros que participaron, para que nuestra muestra contenga una diversidad de trabajadores y de rangos de edad, lo que contrasta con otros estudios que se focalizaron solo en profesionales10,11,20.
A pesar de estas limitaciones, nuestro estudio logró tener una muestra mayor a la estimada para un estudio de este tipo, con una diversidad de género, edad, tipo y lugar de trabajo, que parece puede ser un buen reflejo de la totalidad de los trabajadores sanitarios de nuestro país. Además, el modelo del problema que guió la construcción de nuestra encuesta incorpora todas variables que han sido asociadas con el riesgo de presentar un problema de salud mental en revisiones recientes15, lo que permite cumplir con nuestro propósito principal: aportar al análisis y desarrollo de las medidas, intervenciones y políticas que contribuyan a proteger la salud mental de los trabajadores sanitarios.
Los hallazgos aquí presentados confirman la urgencia de tomar medidas integrales que permitan abordar la salud mental del personal sanitario, tanto en la prevención como en la detección y tratamiento, relevando la necesidad de un enfoque de género y un mayor énfasis en el cuidado de los equipos de atención primaria y de otros centros de atención ambulatoria. Igualmente, constituyen el punto inicial para un estudio de cohorte en curso que permitirá caracterizar el desarrollo del problema, en el contexto de una pandemia en plena evolución.