Introducción
El nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) reportado en diciembre del año 2019 en China, ha sido responsable de una pandemia con consecuencias sanitarias, sociales y económicas incalculables. La rápida propagación del virus ha ocasionado que, hasta julio del 2020, existan más de 16 millones de personas contagiadas en 188 países, causando la muerte en más de 650.000 de ellas1. En Chile, al 26 de julio, se han confirmado un total de 345.790 casos, llegando a 9.112 fallecidos desde que se confirmó el primer caso, el 3 de marzo de 20202.
La crisis sanitaria por COVID-19 ha llevado a una adaptación de todo el sistema de salud en nuestro país incluyendo la expansión de camas críticas, modificación de jornadas laborales del personal de salud, reconversión de camas en distintos servicios y unidades hospitalarias, así como también incremento del personal de salud especializado y no especializado, entre los que destaca el kinesiólogo como profesional importante del equipo de salud en la atención de estos pacientes. El objetivo de esta perspectiva es describir los diversos roles y potenciales ámbitos de acción donde el kinesiólogo contribuye en el contexto de esta pandemia.
Principales alteraciones respiratorias y físicas de pacientes con COVID-19
La actual enfermedad por coronavirus (COVID-19) tiene un espectro variable de presentación, desde una evolución asintomática hasta un cuadro clínico grave por insuficiencia respiratoria aguda. Las alteraciones y complicaciones de pacientes con insuficiencia respiratoria por COVID-19 son diversas y dependen de la fase de la enfermedad y el soporte o asistencia que requieran3.
En etapas tempranas de la enfermedad, la mayoría de los síntomas y signos observados están relacionados al desarrollo de una insuficiencia respiratoria aguda. Así, los pacientes pueden presentar aumento del trabajo respiratorio, representado por aumento de la frecuencia respiratoria, uso de musculatura respiratoria accesoria, alteración del intercambio gaseoso, disminución de la ventilación y fatiga muscular respiratoria4.
Si la enfermedad progresa a etapas más severas, una proporción de pacientes (5-10%) requerirá admisión a la unidad de cuidados intensivos (UCI) para monitoreo y eventual uso de ventilación mecánica invasiva (VM). En este punto, múltiples complicaciones podrían emerger relacionadas al uso de VM, drogas sedantes e inmovilismo tales como daño pulmonar y diafragmático inducido por ventilación mecánica, desarrollo de atrofia y debilidad muscular, junto con una disminución de la función cardiovascular y pulmonar5,6. La presencia de estas complicaciones ha sido asociada a una prolongación de la estadía hospitalaria y contribuye al aumento de morbimortalidad y costos de salud7,8.
Finalmente, existe una etapa desconocida de la enfermedad que se manifiesta posterior a la UCI y que sin duda constituye un problema de salud importante. La evidencia indica que aquellos pacientes que sobreviven a la fase crítica de una enfermedad en la UCI persisten con atrofia y debilidad muscular generalizada5,9, presentando una capacidad limitada de desarrollar actividades de la vida diaria hasta 5 años posterior al alta hospitalaria, con un gran costo personal, social y económico7. En pacientes con COVID-19, se ha demostrado una disminución de la función pulmonar y la existencia de síntomas tales como fatiga, disnea y dolor articular posterior al evento agudo en más del 60%, 40% y 20% de los pacientes respectivamente10,11. A pesar de la limitada evidencia actual, es razonable pensar que aquellos pacientes recuperados y que hayan sobrevivido a un evento crítico por COVID-19 presentarán diversas limitaciones en la función respiratoria, capacidad física y calidad de vida7,11,12. En este sentido, como profesionales de la salud enfrentamos un desafío complejo que requiere la organización e integración de diferentes conocimientos y habilidades que aporten en el manejo, optimización y control de esta pandemia.
Rol del kinesiólogo en la pandemia COVID-19
El kinesiólogo como profesional de la salud cumple un rol importante en la batalla contra el COVID-19. Tradicionalmente, se ha destacado por su rol clínico asistencial durante todo el ciclo vital, no obstante, su ámbito de acción no está limitado únicamente a ello. Su formación, la cual ha evolucionado en los últimos años, ha ampliado sus competencias profesionales y contextos de desempeño. Su contribución en esta pandemia, en conjunto con un equipo interdisciplinario, se ve reflejada en todos los niveles de atención en salud, desde la atención primaria, residencias sanitarias, urgencias, salas hospitalarias básicas, UCI y seguimiento posterior al alta hospitalaria13,14.
El abordaje kinesiológico clínico asistencial en las diferentes fases de la enfermedad contempla 3 principales dimensiones: i) terapia ventilatoria, destinada a la evaluación, implementación y manejo de soportes ventilatorios como la ventilación mecánica (invasiva y no invasiva), oxigenoterapia convencional y terapias de alto flujo (cánula nasal de alto flujo), sistemas de humidificación de la vía aérea (activa y pasiva) y descontinuación la ventilación mecánica15,16; ii) intervención kinesiológica respiratoria, a través de la aplicación de técnicas instrumentales y no instrumentales que promueven la higiene bronquial y favorecen la ventilación y optimización del intercambio gaseoso a través de la posición prono ya sea en pacientes vigiles o intubados y ventilados mecánicamente acelerando su recuperación17,18; y iii) Intervención kinesiológica funcional, a través del fortalecimiento muscular y readaptación al esfuerzo físico, que le permite a los pacientes evitar atrofia muscular, retornar a un estatus funcional independiente, favoreciendo la realización de actividades básicas de la vida diaria (alimentarse, vestirse, caminar, etc.) y por tanto, mejorando su calidad de vida19,20.
Del mismo modo, otros roles tales como educación, prevención, promoción, gestión e investigación en salud durante todo el curso de la enfermedad son cruciales para un manejo oportuno y control adecuado de esta pandemia.
En Chile, durante la pandemia por COVID-19, el número de camas críticas aumentó en aproximadamente un 300%, causando la incorporación de profesionales no especialistas en la atención de pacientes. En este sentido, la capacitación y formación de kinesiólogos y otros profesionales de la salud por medio de sus pares experimentados y calificados constituyen un elemento fundamental21. En línea con su rol educativo, el kinesiólogo (principalmente en atención primaria) juega un papel clave en el manejo de la enfermedad, reconocimiento de signos y síntomas de exacerbación respiratoria, adecuado uso de fármacos y adherencia al tratamiento. Además, es responsable de promover estilos de vida saludables en la comunidad con el fin de prevenir y controlar factores de riesgo asociados a mayor mortalidad de estos pacientes tales como obesidad, hipertensión arterial y diabetes22–24.
El kinesiólogo, además tiene un rol en el ámbito de la gestión, tanto de la información como de la utilización del recurso humano para dar respuesta a la necesidad asistencial25. La visión organizacional ha sido uno de los mayores desafíos sanitarios que hemos debido enfrentar como gremio, dejando en evidencia competencias que cada vez son más reconocidas, no solo por todo el personal sanitario, sino también por la sociedad en general.
Por último, la investigación en kinesiología es un área incipiente de gran crecimiento en los últimos años, y que ha motivado la formación continua de muchos profesionales que buscan ejercer un rol científico asociado a su área de desarrollo disciplinar. El surgimiento de esta nueva enfermedad, COVID-19, constituye una oportunidad única para mostrar y aplicar las competencias en investigación científica, debiendo existir una mirada interdisciplinaria que logre dar respuesta a estos nuevos y más complejos escenarios sanitarios26.
La Figura 1 resume los principales roles e intervenciones kinesiológicas en las diferentes fases clínicas de la enfermedad.
Desafíos y proyecciones
La evolución y término de la pandemia es incierto. Se espera que el desarrollo de una vacuna pueda controlar la propagación de la infección en los próximos años. Sin embargo, la transformación de SARS-CoV-2 en una cepa endémica durante los próximos años o la presencia de nuevos brotes de contagio, denominada “segunda ola de COVID-19”, en diferentes países asociado al escaso desarrollo de inmunidad reportado en pacientes recuperados, son factores que demuestran la complejidad de la situación actual y proyectan un número importante de pacientes con COVID-19 durante los próximos años27. En este contexto, los desafíos que enfrenta el kinesiólogo son múltiples.
Es necesario el desarrollo e implementación de programas de evaluación e intervención de pacientes con COVID-19 de manera transversal durante todo el curso clínico de la enfermedad, desde las etapas más agudas a las etapas posteriores al alta hospitalaria incluyendo programas que contemplen métodos de evaluación específicos en conjunto con intervenciones individualizadas y protocolizadas26.
Por otro lado, se requiere la implementación y gestión de programas de rehabilitación presenciales y a distancia (tele-rehabilitación) coordinados desde los distintos niveles de atención en salud y que den cobertura a las necesidades de nuestra población con el objetivo de contribuir a la reintegración familiar, social y laboral; reducir la morbi-mortalidad, mejorar la calidad de vida y reducir los costos asociados a la atención de salud25.
En educación, resulta esencial crear o potenciar programas existentes de capacitación a los distintos profesionales de salud que profundicen en los conocimientos teóricos y prácticos. Así mismo, el kinesiólogo debe participar activamente en la creación y difusión de guías clínicas, a fin de favorecer el manejo óptimo de estos pacientes. De igual importancia, es razonable considerar una reformulación en los programas de formación de pregrado que incluya diversos aspectos relacionados a la situación sanitaria actual.
Finalmente, resulta trascendental generar un grupo de investigación colaborativo e interdisciplinario con enfoque clínico y traslacional que permita generar redes nacionales e internacionales que promuevan continua y activamente el estudio y desarrollo científico en pacientes que cursen o se hayan recuperado de COVID-19.
Conclusión
El kinesiólogo posee un rol importante dentro del equipo interdisciplinario de salud y es protagonista en todo el curso clínico de la enfermedad por COVID-19, no solo desde el punto de vista clínico asistencial, sino que además desde su participación en educación, prevención, promoción de estilos saludables, gestión e investigación científica. Es responsabilidad del kinesiólogo apreciar esta oportunidad para aunar esfuerzos y asumir parte de los desafíos actuales, potenciar su rol disciplinar, fortalecer su participación en el equipo de salud y aportar con estrategias eficientes para dar respuesta a las necesidades de nuestra población, hoy mucho más vulnerable debido a la pandemia de COVID-19.