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Cultura y religión

Print version ISSN 0718-5472On-line version ISSN 0718-4727

Cult. relig. vol.16 no.1 Iquique June 2022

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-47272022000100006 

Artículo original

EXPERIENCIAS RELIGIOSAS COMPARTIDAS DE MISIONEROS EVANGÉLICOS MEXICANOS EN TIEMPOS DE COVID-19

Shared religious experiences of Mexican evangelical missionaries in times of Covid-19

Roberto Agúndez Márquez* 
http://orcid.org/0000-0001-6892-3491

* Universidad Autónoma de Baja California en Mexicali, México. Correo electrónico: roberto.agundez@uabc.edu.mx

Resumen:

El objetivo de este artículo es analizar, en el contexto de la pandemia de COVID-19, los discursos sobre los viajes misioneros realizados desde una mirada política “entre” individuo-divinidad e individuo y el “otro”. El caso de la iglesia Vástago Ministerios presenta la particularidad de estar orientada a las actividades misioneras, las cuales se vieron interrumpidas durante 2020, y fueron retomadas durante 2021. Se examinó una selección de videos transmitidos por la red social digital de la iglesia, que incluye conferencias y testimonios durante los viajes misioneros de corto plazo realizados entre julio y septiembre de 2021. A partir del análisis crítico del discurso se exploraron la existencia de experiencias religiosas compartidas y las significaciones de las misiones evangélicas entre sus congregantes. Los principales resultados permiten identificar una reflexión política a partir de los conceptos de vulnerabilidad y caridad que deriva en una resignificación de las actividades misioneras evangélicas como vehículos para la experiencia religiosa personal.

Palabras clave: misioneros evangélicos; experiencias religiosas; caridad; COVID-19; testimonios

Abstract:

The aim of this article is to analyse, in the context of the COVID-19 pandemic, the discourses on missionary journeys made from a political perspective "between" individual-divinity and individual and the "other". The case of the Vástago Ministerios church presents the distinctive feature of being oriented towards missionary activities, which were interrupted during 2020, to be then resumed during 2021. A selection of videos transmitted by the church's digital social network were examined, which included conferences and testimonies during short-term missionary journeys made between July and September 2021. Based on an analysis of critical discourse, an examination was made of the existence of shared religious experiences and the meanings of evangelical missions among congregations. The main results have allowed us to identify a political reflection based on the concepts of vulnerability and charity that lead to a redefinition of evangelical missionary activities as vehicles for a personal religious experience.

Keywords: evangelical missionaries; religious experiences; charity; COVID-19; testimonies

Introducción

La pandemia causada por el COVID-19 se ha convertido en un marco transversal para la vida social, desestabilizando creencias, hábitos y certezas. Se han dado nuevos significados a los tiempos y espacios, pasando de una “anterior normalidad” a una “nueva normalidad”, del espacio físico restringido al ahora público espacio íntimo y el espacio virtual. Todos estos temas son estudiados desde miradas muy diversas, adoptando diferentes métodos de aproximación y análisis de información: trabajo de campo en modalidades presenciales limitadas, de manera virtual en entornos y por medio de herramientas digitales o de manera híbridas. Por su parte, los estudios del fenómeno religioso han hecho lo propio observando, documentando y analizando los cambios, reconfiguraciones y “adecuaciones que los grupos, organizaciones e instituciones religiosas, por un lado, han realizado; y por otro, las experiencias y comportamientos que los creyentes y sujetos religiosos muestran o dan cuenta.

El año 2020 evidenció la vulnerabilidad del ser humano, cuando los sistemas de salud pública y privada colapsaron. Con nuevos aprendizajes por el manejo de la pandemia, entre ola y ola de contagios durante el 2021, se reactivaron algunas actividades masivas de manera controlada. El domingo 12 de septiembre del mismo año, el pastor Manuel invitó a los miembros de su iglesia y a aquellos que lo seguían a través de su transmisión por Facebook a abrazar la fe con su predicación “Atrévete a ser vulnerable”. Su discurso trataba sobre salir del área de confort personal y buscar una vida de fe en completa dependencia de Dios. Además, planteaba cómo la presencia de Dios se da en situaciones donde el humano se encuentra vulnerable. Casi al final de la prédica, llamó a un grupo de jóvenes para que contaran sus testimonios, con la intención de poder demostrar el resultado de la fe en Dios en una situación de vulnerabilidad. Los jóvenes relataron sus experiencias de un viaje misionero reciente de corto plazo que habían realizado al país asiático de Kirguistán. Este viaje había sido el último de una campaña de actividades misioneras que la iglesia había promovido entre los meses de julio a septiembre de 2021.

El hecho de gestionar viajes misioneros en tiempos de pandemia llamó la atención. Durante el 2020 la situación de los misioneros y sus condiciones en los países donde se encontraban resultó en una preocupación adicional. Las iglesias y las organizaciones misioneras experimentaron limitaciones por la complicada logística para el financiamiento o traslados de sus misioneros. Estas preocupaciones fueron manifestadas en diferentes medios de comunicación en el entorno religioso con noticias como: “Misioneros en el Centro de Visitantes de la Ciudad de México prosperan a pesar de interrupciones por el COVID-19” (Swensen, 26 de agosto de 2020); “Mes Misionero: En tiempos de pandemia, la misión continúa” (Vatican News, 1 de octubre de 2020); o “La obra misional continuará avanzando a pesar de la pandemia del COVID-19, afirma el élder Uchtdorf” (Weaver, 2020). Entonces, ¿por qué una iglesia realiza una campaña misionera en un contexto de riesgo? Y ¿qué significan los viajes misioneros para los creyentes?, ¿cómo influye el discurso del pastor en los creyentes?, ¿qué fin tienen las campañas misioneras para la iglesia y los creyentes?

Aproximaciones teóricas a las actividades misioneras y la experiencia religiosa

La palabra misionero ha sido asociada al cumplimiento del propósito de un otro superior, sea este una autoridad política, militar, religiosa o hasta divina. El misionero comprende hasta cierto punto lo que implica su encomienda, pero nunca las circunstancias en que habrá de llevarla a cabo. Toda experiencia misionera implica sacrificio, una pérdida de algo, desde la comodidad de la rutina personal hasta la vida misma. En el imaginario colectivo se ha inscrito una imagen de los misioneros como colonizadores, como la mano que somete a otros. Esta imagen está anclada a tiempos pasados, a la occidentalización en su afán conquistador. Hoy en día, las actividades misioneras tienen propósitos, orígenes y destinos diversos. Ante esta realidad contemporánea, derivada también de la globalización, la duda que inició esta exploración fue si los misioneros contemporáneos comparten el mismo perfil que sus predecesores o qué cambios ha habido. Además, conocer si los misioneros contemporáneos de tradición cristiana evangélica continúan con su cometido doctrinal e históricamente conocido de evangelizar a través de las experiencias misioneras.

Según Warneck, la obra misionera implica para la tradición protestante un “conjunto de actividades de la Cristiandad (todos los verdaderos creyentes) en orden a plantar y organizar la Iglesia entre los no cristianos” (cit. en Vivo, 1999, p. 60) mediante su conversión y congregación en comunidades creyentes. Este primer acercamiento a la definición de misiones incluye en su propósito al total de los creyentes. Además, califica de “verdaderos” a aquellos que practican este conjunto de actividades. Entonces, pudiera pensarse que el propósito de las misiones en la tradición protestante considera no solo a un grupo selecto de especialistas religiosos, sino que abre la posibilidad de participación a los feligreses. Al considerar esta apertura en el ejercicio de las actividades misioneras también puede pensarse en la posibilidad de cobrar diversas interpretaciones, significados y significaciones. Por un lado, por la naturaleza misma del encuentro con el otro representado por las culturas “receptoras”; y por otro, por la manifestación de la subjetividad de la experiencia religiosa de los “misioneros”.

Para entender la importancia de las actividades misioneras, es necesario revisar el fundamento doctrinal que se encuentra, según la tradición cristiana, en un fragmento de la Biblia en el Evangelio de Mateo:

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20, Reina-Valera 1960).

Sobre este pasaje bíblico existen dos interpretaciones teológicas que difieren en el sentido de lo que Jesús encomienda a sus discípulos, la llamada Gran Comisión. Una de estas, la más tradicional, considera que aquí se encuentra un encargo especial, un deber de los creyentes que colaboran con el propósito de Jesús de llevar la salvación a todos y de expandir su reino (Lara, 2013, p. 38). La otra plantea que el sentido de la cita bíblica no es llevar a Jesucristo a todo el mundo, sino conocer el testimonio de su potestad en este (González, 2014, p. 112). Estas dos interpretaciones esbozan formas de concebir a los cristianos en relación con los otros: en la primera, los cristianos desde un lugar distinto se relacionan con el mundo como elegidos, salvados, y como ejecutantes de la misión de salvación; en la segunda, los creyentes comparten con los otros la salvación otorgada, que puede ser interpretada como más vivencial: más que ejecutar la misión es vivir la experiencia religiosa de la misma.

En su obra clásica, James (2006a) describe con gran detalle la experiencia religiosa. Su perspectiva da elementos para estudiar estas vivencias humanas. Él distingue dos religiones: la institucional, como un “sistema plenamente organizado de sentimiento, pensamiento e instituciones; para la Iglesia” (2006a, p. 34); y la personal: "los sentimientos, los actos y las experiencias de hombre particulares en soledad, en la medida en que se ejercitan en mantener una relación con lo que consideran la divinidad” (2006a, p. 35). De aquí se considera un concepto fundamental de la divinidad, que el autor señala que es “aquella realidad primaria a la que el individuo se siente impulsado a responder solemne y gravemente, y no con un juramento o una broma” (2006a, p. 41). La divinidad es considerada como la verdad absoluta, como un ser y poder envolvente del que no se puede escapar (James, 2006a, p. 38), y al cual hay que obedecer.

Siguiendo a James, se puede pensar que los significados que los creyentes atribuyen a las actividades misioneras como experiencias religiosas se refieren a los sentimientos y actos asociados a su Dios, quien es definido como la verdad primordial y un ser con poder sin igual. Esta consideración permite comprender en el discurso de la Iglesia y de los creyentes la importancia de la Biblia, considerada como palabra de Dios y como la verdad absoluta que contiene su voluntad. Por lo que la “Gran Comisión” se puede interpretar como un mandato divino para los “verdaderos” creyentes, de acuerdo con la primera interpretación comentada anteriormente.

Tres perspectivas para el estudio de las actividades misioneras contemporáneas

Acerca de los inicios de las actividades misioneras, Dorantes (2002) aporta una interesante reseña histórica sobre las misiones evangélicas entre México y Estados Unidos. En ella señala que las misiones surgen en el siglo XVIII en Nueva Inglaterra como respuesta en contra de la secularización de la sociedad, debido a la entrada de ideas derivadas de la Ilustración. Un momento de gran impacto se dio a finales de ese mismo siglo con el llamado Segundo Gran Despertar. Este movimiento religioso se caracterizó por realizar actividades de evangelismo masivo con manifestaciones religiosas carismáticas entre sus asistentes. Como apunta Dorantes, este movimiento avivó la identidad religiosa, la moral y la acción social, además que; “estimuló la participación en los movimientos reformistas que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX, por ejemplo, el abolicionismo, la temperancia, el pacifismo, el feminismo y las misiones” (2002, p. 21). Los efectos de este movimiento se vieron todavía durante el siglo XIX a través de un importante proselitismo del protestantismo evangélico.

Estos efectos resultaron tanto positivos para el cristianismo por el resurgimiento del fervor religioso y el celo misionero, como negativos, por el surgimiento de nuevas sectas junto con la pérdida de importancia del clero y la liturgia que impulsaron la idea de que el individuo podía ser libre de expresar su fe independientemente del credo. Para promover los efectos positivos del Segundo Gran Despertar y por iniciativa de unos jóvenes estudiantes de un seminario en Boston se creó la American Board of Commissioners for Foreign Missions (Junta Americana de Comisionados para las Misiones Extrajeras), con la que se inauguraron las misiones extranjeras (Dorantes, 2002, p. 22). Esta organización no dependía de alguna denominación cristiana, lo que le permitió agrupar a diferentes iglesias que se encargaron de promoverla y de concientizar a los creyentes de la necesidad de las actividades misioneras. Fue hasta 1872 que se dio la llegada de misioneros norteamericanos a México.

Por otro lado, Bastian (1990) señala que otras organizaciones misioneras fueron fundadas en el siglo XIX, tales como la Sociedad de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur y la Sociedad Presbiteriana del Sur. El objetivo de las sociedades era inculcar un estilo de vida ético por medio de la educación y la prohibición de actividades licenciosas, y estaban seguras de promover un modelo social democrático (1990). Además, “las sociedades misioneras norteamericanas en su mayoría llegaban a promover nociones nuevas que giraban en torno al individuo como actor religioso y social” (1990, p. 128). Para esto, las misiones desarrollaron escuelas, clínicas y orfanatorios, y medios para difundir sus ideas. Sobre el perfil de los misioneros, Bastian menciona que eran médicos, maestros, pastores, estudiantes voluntarios secundarios y universitarios. Todos ellos estaban convencidos de ayudar a la comunidad receptora.

Para Vivo (1999), los cambios sociales que sucedieron a mediados del siglo XX llevaron a una profunda reflexión del papel de la Iglesia en la estructura social, y con esto la redefinición de la misión al entenderla como “evangelización, no como función de la Iglesia, sino como su razón de ser” (Vivo, 1999, p. 62). Esto implicó otros fines en las actividades misioneras, desde la mera conversión religiosa hasta la introducción del evangelio social (Vivo, 1999). El surgimiento de un movimiento que conjugó las ideas de teólogos como Karl Barth, Paul Tillich, Dietrich Bonhoeffer y Rudolf Karl Bultmann, que planteaban un “cristianismo sin religión”, fue una importante semilla para la concepción protestante y evangélica de las misiones. Todo esto “marca también la teología moderna, en la que se da un desplazamiento de la cuestión sobre el verdadero Dios a la problemática sobre el verdadero hombre y la praxis política de los cristianos” (Vivo, 1999, pp. 63-64).

Después de hacer una revisión de los diferentes momentos históricos desde la llegada del protestantismo y su desarrollo, en un artículo que versa sobre el cristianismo protestante en Chile, Fediakova (2001) plantea la existencia de un protestantismo endógeno, el cual considera que “nace de la ruptura o división interna de una iglesia titular, es dirigido por pastores y líderes nacionales, tiene la dinámica de crecimiento propia y su actividad está basada en autofinanciamiento, sin apoyo por parte de las misiones extranjeras” (2001, p. 34). Para esta autora, las iglesias evangélicas misioneras son una combinación compleja de modelos éticos exógenos e identidades endógenas (2001, p. 39). La semilla de esta combinación solo es posible vislumbrarla a partir de una perspectiva histórica desde los cambios sociales, económicos y culturales internos y externos que la plantaron y alimentaron. Para lograr sus propósitos, las iglesias misioneras trabajan con un plan que incluye asistencia social, educación religiosa y la creación de redes de apoyo de tipo local e internacional. Estos grupos plantean un proyecto reformador en que el núcleo y el medio es la familia para restablecer los valores cristianos. Otro rasgo importante de las iglesias misioneras cristianas contemporáneas es que sus miembros suelen ser jóvenes y matrimonios jóvenes con educación universitaria en su mayoría (Fediakova, 2001).

Las aportaciones anteriores ayudan a identificar cambios importantes en la concepción de las actividades misioneras, resaltando la segunda mitad del siglo XX como el momento más relevante. Las condiciones socioeconómicas que prevalecían como resultado de las guerras y crisis económicas y políticas pueden haber abonado a la crisis de los modelos teológicos y religiosos, trayendo rupturas y nuevas interpretaciones a la luz de lo que el cristianismo logró y en lo que falló. En ambos trabajos se identifica un impulso mayor al trabajo misionero, pero orientado a la acción social. No se rompen las relaciones entre el cristianismo evangélico o el pentecostal latinoamericano con el estadounidense, pero se reconfiguran sus formas de interacción, donde el primero adquiere mayor libertad para adecuarse a las realidades de sus contextos.

Otras aportaciones al estudio de las misiones y misioneros desde la antropología muestran algunos tópicos problemáticos, como lo explican las antropólogas Siffredii y Spadafoire (1998). Ellas escriben sobre los dilemas que comparten respecto de la diferencia cultural el antropólogo y el misionero, tales como la ininteligibilidad en la comunicación intercultural; el desafío de ambas visiones en relación con el otro-étnico, que se manifiesta en la práctica de la etnografía; y la imagen del salvaje susceptible de ser civilizado o en su caso redimido. Otro antropólogo, Lara (2013), por su lado plantea semejanzas entre la perspectiva de la misión protestante transcultural y la antropología. Logra esclarecer la diferencia entre la misión y el evangelismo, señalando que ambas implican la tarea de evangelizar, solo que la primera se lleva a cabo por un grupo definido por una “vocación misionera”; mientras que el segundo lo realiza la iglesia local y el feligrés. Lara indica que “no todo evangelismo es misión, sí toda misión es evangelismo” (2013, p. 43). Conforme expone sus argumentos, el autor plantea que desde el punto de vista de la teología todos los cristianos son misioneros, pues se les ha dado la misión de ir y proclamar el Evangelio, pero que se ha dado este título a la persona que se dedica a esto por completo dentro o fuera de su país.

Al caracterizar al misionero de tradición cristiana protestante, Lara (2013) afirma que va más allá de la transmisión del Evangelio, sino que actúa como agente de cambio cultural pues este mensaje ofrece una cosmovisión que busca provocar un cambio en lo social y lo cultural. Como apunta Lara, en la actualidad existen organizaciones dedicadas especialmente a la preparación de misioneros, las cuales han integrado esta perspectiva transcultural, advertidos eso sí de su pasado colonialista. Hoy estos misioneros están conscientes de su objetivo y de su condición de agentes de cambio y de representantes de su propia identidad sociocultural. Refiere este autor que en textos de tradición protestante que tratan sobre misionología se enfatiza como elemento identitario del creyente y de la propia iglesia la actividad misionera (2013, p. 39).

Desde la reflexión teológica sobre la misionología, Chiquete (2008) esboza la necesidad de una misión alternativa, un regreso al sentido inicial de la misión como mensaje liberador de Jesús, lejos de la institucionalización de dogmas impuestos por la Iglesia (2008, p. 165). También señala que es teológicamente cuestionable y éticamente insostenible la práctica misionera cristiana proselitista e unidireccional (2008, p. 159). Ve como un efecto positivo de la globalización que se evidencie lo relativo de los absolutos. Su postura muestra una apertura a otras perspectivas religiosas y a la convivencia respetuosa por el otro. Por su parte, Santiago-Vendrell (2014, p. 167) plantea en su artículo una misionología de la diáspora de naturaleza contextual y holística, que integra la acción social y sin fronteras geográficas como contraparte de la misionología tradicional paternalista, polarizada y dicotómica centrada en la asignación de espacios geográficos.

Para González (2014), uno de los temas fundamentales de la misionología es la relación entre fe y cultura. Cada vez que el mensaje del Evangelio cruza una frontera, cada vez que echa raíces en una nueva población, “cada vez que se predica en un nuevo idioma, se plantea una vez más la cuestión de la fe y la cultura” (2014, p. 30). Su planteamiento en relación a las misiones va en dirección a la tolerancia, al respeto del otro; y más, a ver el testimonio de lo que Dios ha hecho a partir del sacrificio de Jesús. Entonces, como él señala:

resulta que no son solo las naciones las que necesitan el testimonio de la iglesia. Es también la iglesia la que necesita de las naciones, porque cada vez que conoce y experimenta la presencia de Jesucristo en un nuevo contexto, aprende algo del significado y alcance del poder de su Señor. (González, 2014, p. 114).

El enfoque de esta afirmación es el que han adoptado algunas iglesias evangélicas contemporáneas en sus actividades misioneras realizadas con sus feligreses, como se verá más adelante. Otra mirada al estudio de las misiones es la propuesta de Méndez (2017) sobre las misiones evangélicas contemporáneas en México. Este autor expone la existencia de un desfase teológico entre la interpretación de la Gran Comisión y la praxis de las actividades misioneras.

Sobre las actividades misioneras que llevan a cabo iglesias y creyentes evangélicos estadounidenses, Kelly (2018) señala que estos viajes, que suelen ser a corto plazo, no logran reducir los prejuicios y estereotipos sobre las culturas receptoras y se siguen concibiendo a las personas pertenecientes a estas como necesitadas y pobres. Menciona que lejos de establecer relaciones “saludables”, no mejoran la calidad de vida de los receptores, ni cambian de manera significativa la vida de los feligreses participantes (2018, pp. 2-3). Las razones que los participantes de estos viajes misioneros manifiestan son: ir a “ayudar”, “hacer la diferencia”, “apoyar a los que necesitan”. Con esto se establecen de inicio creencias que producen relaciones asimétricas entre los misioneros y la comunidad receptora (2018, p. 6). El autor aduce que las personas locales se ven reducidas como culturalmente inferiores; además, las acciones de caridad son enfocadas en las necesidades del momento y no en las causas (2018, p. 8).

En su reflexión, Kelly (2018) plantea una diferencia entre servir y ayudar, poniendo el énfasis en que desde la perspectiva de una persona que ayuda se genera una interacción basada en la desigualdad, ya que el que ayuda parece siempre hacerlo hacia uno menos fuerte. Para este teólogo “[e]l propósito del viaje es encontrar a un ‘otro’ en la peregrinación de la vida, así como todos viajamos hacia Dios” (2018, p. 13). Otra observación que hace el autor es que el modelo de viajes misioneros de corto plazo se ha transformado, creando una estructura de experiencias religiosas a través de la visita a comunidades marginadas y pobres (2018, p. 2), la cual es una forma de consumo religioso que deforma el propósito original.

Al ser los viajes misioneros el vehículo que permite acercar a “mundos” diferentes para que interactúen, con un sentido y formas de relación, bien pueden ser considerados como acciones políticas. Para Rancière (2019, p. 65), la política no tiene un lugar ni sujetos naturales, sino que se da en el enfrentamiento de dos divisiones de lo sensible. Según Arendt (2008), la política “trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos” (p. 131). La pluralidad de los hombres desde su perspectiva es la base de la política. Solo se puede dar la realización del hombre en la política, en el ejercicio de los mismos derechos. La misión y el fin de la política es asegurar la vida, ya que permite la necesaria colaboración entre los humanos, entendiéndose estos como seres interdependientes (Arendt, 2008). En la visión de Rancière (2019), la política existe entre los sujetos y según una determinada forma de relación; ahí es donde la diferencia se manifiesta: “La política desaparece en cuanto se desata este nudo entre sujeto y una relación” (2019, p. 53). Sobre el sentido y fin de la acción política, Arendt (2008) plantea que su sentido está en sí misma y mientras esta dure, su sentido es intrínseco; en cuanto al fin de la acción política, ocurre lo contrario: este aparece cuando la actividad llega a su término. En esto parecen coincidir ambos autores, en que el sentido político de una actividad, como podría ser un viaje misionero, permanece mientras este se efectúa.

Estas formas de relación y estos enfrentamientos de mundos e interpretaciones de lo diverso y lo plural pueden aparecer en los relatos de las personas que participaron de los distintos viajes misioneros. Además, estos generan una especial situación para que el creyente ponga en práctica acciones caritativas, y debido a la separación, si no aislamiento de la vida rutinaria, pueda vivir experiencias religiosas. Una vez que los viajes han concluido, las iglesias invitan a los creyentes a compartir sus experiencias. Con esto se producen y comparten relatos que en el argot cristiano son denominados “testimonios”. Estos testimonios derivados de la campaña misionera de la Vástago Ministerios fueron revisados con el objetivo de analizar desde una mirada política, en el contexto de la pandemia de COVID-19, los discursos sobre los viajes misioneros realizados “entre” individuo-divinidad e individuo y el “otro”.

Apuntes metodológicos para captar el testimonio y sus significados

Durante el 2021, y dada la contingencia que prevalecía por la pandemia de COVID-19, las visitas a la iglesia Vástago Ministerios se vieron limitadas. Aun así fue posible documentar algunas situaciones comunicativas de los discursos de la iglesia y de los testimonios. Como parte de las estrategias para mantener su interacción y actividades, la iglesia llevó a cabo sus reuniones generales cada domingo de manera presencial y se transmitió en vivo por medio de su perfil en la red social digital Facebook (Vástago Ministerios). Estas transmisiones quedaron grabadas en su perfil de Facebook y son de acceso público. Se utilizaron algunos de estos recursos para conformar un corpus de videograbaciones que abarca seis reuniones generales. En cuatro de estas se presentan los testimonios de los participantes de los viajes misioneros. Se revisó cada video y se transcribieron los testimonios para su análisis.

Como metodología, se escogió el análisis crítico del discurso (ACD) para la revisión del corpus planteado. Se considera que cada prédica y testimonio captados en las videograbaciones pueden ser considerados discursos bajo la categoría unidades observacionales (Van Dijk, 2019, p. 20). Van Dijk define el análisis crítico del discurso como

[…] un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto social y político. (1999, p. 23).

Según este lingüista, una teoría para el ACD debe salvar el abismo entre lo macro y lo micro para estudiar el discurso como reproducción del poder social. El autor pone el discurso y las interacciones sociales situadas de los actores sociales en el micronivel del orden social; y las instituciones, los grupos y las relaciones entre y con ellos, en el macronivel (1999, p. 25). Van Dijk propone algunas maneras que permiten relacionar estos niveles para el análisis social: como miembro de un grupo, los actores sociales se relacionan como usuarios del lenguaje en tanto individuos y miembros de diferentes grupos sociales; en las relaciones entre acción y proceso, los actores sociales son parte constitutiva de la producción y reproducción del discurso; en el contexto y la estructura social, los actores sociales son participantes en situaciones sociales; y, a través de las representaciones sociomentales, los contextos son constructos sociales que tienen implicaciones en el discurso (1999, pp. 26-27). Para entender las interacciones que permiten la reproducción discursiva del poder, el autor formula dos preguntas: ¿cómo los grupos controlan el discurso? Y ¿cómo tal discurso controla la mente y la acción de los grupos, y cuáles son las consecuencias sociales de este control? (1999, p. 27).

Los testimonios como discursos se dan en una situación comunicativa muy particular, dentro de un contexto comunitario. Por esto, se debe considerar que no solo son el resultado de procesos reproductivos de la memoria, sino como apunta Van Dijk (2019, p. 89) también son constructivos de un discurso determinado por el contexto. Esto quiere decir que la situación misma en que se presenta la acción discursiva presenta influencia hacia el mismo. Para el lingüista, los contextos funcionan como modelos mentales que “ofrecen instanciaciones del conocimiento sociocultural que compartimos acerca de las situaciones sociales y comunicativas y sus participantes” (Van Dijk, 2011, pp. 22-23). Estos modelos de contextos han sido adquiridos culturalmente y su contenido se deriva del conocimiento sociocultural (2011, p. 26), por lo que el contexto de la situación comunicativa controla lo que se dice, así como el modo en que se interpreta también. Su función es producir discurso apropiado a una situación social. El contexto integra creencias compartidas social y culturalmente, conocimientos, valores, actitudes y normas que se ponen en juego durante la situación discursiva (2001, p. 47). El interés del análisis, entonces, es conocer cómo la filiación a un grupo, en este caso religioso, afecta la experiencia religiosa y los significados de actividades asociadas a lo religioso a partir de los diversos discursos de la institución y de sus afiliados, así como los significados compartidos de las actividades religiosas en tanto situaciones colectivas y subjetivas.

Vástago Ministerios, una iglesia con el sello de las misiones1

Para definir un contexto en nivel macro, se presentan algunos antecedes relevantes de la iglesia a la que están afiliados los sujetos y dónde se dieron las actividades y testimonios. Los pastores Manuel y Laura, antes de fundar Vástago Ministerios, fueron misioneros activos y miembros de la iglesia cristiana evangélica Amistad Familiar de Mexicali en México. En mayo de 2007, junto con otras cinco familias, iniciaron las primeras reuniones. Vástago Ministerios puede considerarse una iglesia cristiana evangélica derivada de los movimientos carismáticos protestantes. Su propósito responde al llamado de ambos pastores, Manuel y Laura, por la obra misionera, quienes desde su juventud han estado involucrados en actividades misioneras en diferentes países de centro y sur de América, Europa, África y Asia.

Vástago Ministerios es una iglesia de aproximadamente trescientas personas. Su doctrina hace especial énfasis en la participación de sus congregantes en familia. Sus reuniones generales son los domingos y mantienen otras reuniones entre semana con un perfil determinado: grupos de varones, mujeres y jóvenes. Como parte de su enfoque misionero, capacita a creyentes con un interés por las actividades misioneras, reúne aportaciones económicas para apoyar la operación de misioneros en las entidades de Baja California y Guerrero, en México; en Noruega, apoya a la iglesia donde los pastores son familiares de los pastores Manuel y Laura, así como a misioneros en Nepal y en Kirguistán. Como señala Bravo (2016), es difícil determinar los límites para definir una denominación cristiana. Vástago Ministerios aun definiéndose como una iglesia cristiana evangélica, se encuentra en este grupo que pudiera pensarse con elementos neopentecostales; por ejemplo, su estructura de tipo empresarial, la agrupación en células, el liderazgo carismático y una teología del discipulado, pero con una moral con tendencia a lo conservador.

Una forma de motivar la experiencia misionera entre sus congregantes es a través de diversas campañas de viajes misioneros cortos en los que participan grupos formados por familias enteras, jóvenes y adolescentes, y adultos. Un claro ejemplo de los proyectos de construcción de iglesia a partir de unidades religioso-familiares que dan soporte a la misión de la misma (Mosqueira y Algranti, 2019). Estos viajes cortos por lo general son dentro de México, por ejemplo a Ensenada, San Quintín, la Sierra Tarahumara. Existe un grupo en particular con un enfoque más definido hacia el ministerio de las misiones que realiza viajes hacia otros países como Costa Rica, Ghana y Kirguistán, por mencionar algunos. La campaña principal de viajes misioneros cortos es “Vacaciones con Misión” y se desarrolla en los meses de junio a septiembre. Para estos viajes, se organizan grupos o “equipos” para definir la logística de las actividades que realizarán en las comunidades receptoras. Estas actividades por lo general son de asistencia y apoyo en mantenimiento y atención de albergues, orfanatos o de iglesias en desarrollo. Cabe destacar que el financiamiento de estos viajes corre por completo por cuenta de cada uno de los participantes. Ellos deben cubrir una cuota que incluye costos de transporte, alimentación y hospedaje.2 Una vez iniciada la campaña, cada domingo sale un grupo a su destino y la iglesia toma un momento para orar y encomendarlos a Dios. A su regreso, por lo general el siguiente domingo, durante la reunión general el grupo de misioneros que regresa de su viaje, expone el “testimonio” de su experiencia. Esta dinámica se repite sucesivamente durante la campaña.

Las experiencias misioneras en medio de la pandemia

En México se anunció oficialmente el primer caso de COVID-19 el 28 de febrero de 2020. En primera instancia se suspendieron reuniones de grandes concentraciones, entre ellas las de las iglesias. Un mes después se declaró la fase de emergencia más grave con instrucciones de distanciamiento social y suspensión de todas las actividades no esenciales. A partir del 1 de junio del mismo año se dio inicio a lo que se llamaría “la nueva normalidad”, liberando de manera paulatina, y basada en un semáforo epidemiológico regional, algunas actividades no esenciales (El Economista, 1 de marzo de 2021). Atendiendo a las instrucciones de las autoridades estatales, los pastores de la iglesia Vástago Ministerios informaron a sus miembros la suspensión de sus reuniones generales por medio de un video transmitido por la red social digital Facebook el jueves 19 de marzo de 2020. A esto le siguió una serie de estrategias para continuar con sus actividades religiosas a través de diversas plataformas digitales (Agúndez, 2020). Después de siete meses de llevar sus servicios religiosos vía plataformas digitales, el domingo 18 de octubre de 2020 la iglesia abrió sus puertas para un limitado grupo de congregantes, cumpliendo con los protocolos sanitarios impuestos de filtros de revisión y aforo limitado con distanciamiento social. Desde esa fecha se han ido reactivando sus actividades religiosas más relevantes, por ejemplo, “Cenando con Jesús”, una actividad en la que realizan donaciones de cenas de Navidad para familias de escasos recursos o en situación de vulnerabilidad, que son entragadas por pequeños grupos de congregantes. Esta actividad se retomó el 24 de diciembre de 2020.

En los primeros meses de 2021, se reactivaron otras actividades como la “Cumbre Global de Liderazgo” y el “Congreso El Mundo Necesita un Padre”, de manera híbrida la primera y en forma presencial la segunda. El domingo 28 de febrero, durante la reunión general, se presentó un video de un minuto titulado “Sin Fronteras”, en el que se mostró el trabajo de la misionera Salma Lucero. Acto seguido, apareció la misionera para presentar un informe sobre su estadía en el estado de Oaxaca. Comentó que en 2020 llegó a la comunidad donde haría su actividad misionera, justo un día antes del inicio de la cuarentena. Dijo que Dios la llevó allá para cumplir un propósito y que la iglesia está dormida, que es tiempo de levantarse (Vástago Ministerios, 2021a). El siguiente domingo, la iglesia oró por ella porque Salma regresaba a la comunidad de Oaxaca para continuar con su trabajo misionero. A partir de esta fecha durante las reuniones generales se estuvo haciendo referencia a las actividades misioneras y cómo la iglesia apoya a los misioneros y al campo misionero con ofrendas especiales (donaciones). Durante el mes de junio de 2021, en dos reuniones generales de la iglesia se presentó y promovió un campamento de actividades misioneras para jóvenes, llamado EMBRACE, de Ministerios Agua Viva ubicado en el municipio de Ensenada Baja California (Ministerios Agua Viva, 2019). Los pastores invitaron a los padres de familia congregados a inscribir a sus hijos a dicho campamento. La relevancia que los pastores dan a la participación de los jóvenes en las actividades misioneras radica en la preparación de los relevos generacionales que permitirán la sostenibilidad de la iglesia y su llamado (Mosqueira y Algranti, 2019). También se puede considerar la estrategia utilizada por Vástago Ministerios como una forma de integración para contrarrestar la creciente desafiliación de los jóvenes evangélicos (Corpus, 2014).

En julio de 2021 se reactivó la campaña “Vacaciones con Misión” siguiendo (como indicaron los pastores de Vástago Ministerios) los protocolos de seguridad sanitaria.3 En esta ocasión consistió en tres viajes misioneros de corto plazo (una semana), dos dentro de la entidad de Baja California en México con los siguientes destinos: el primero, un orfanatorio llamado Rancho de Cristo en San Quintín, al que asistieron un grupo de siete mujeres y un hombre, todos adultos; el segundo, un campamento (EMBRACE) en Ensenada, al que asistieron 75 jóvenes,4 dos asistentes hombres adultos y el matrimonio de pastores de jóvenes. El tercer viaje tuvo como destino una iglesia en el país de Kirguistán, al que asistieron un grupo de cuatro jóvenes adultos5 (dos mujeres y dos hombres) y los pastores de Vástago Ministerios. Las experiencias de los asistentes fueron relatadas como “testimonios” frente a la congregación una semana después del regreso de cada grupo, salvo los de Kirguistán. Todos los “testimonios” fueron examinados mediante un ACD y a continuación se presentan los hallazgos.

Los testimonios como experiencias colectivas

En el análisis de los testimonios en términos de la interacción social de los actores, se puede distinguir a los pastores como autoridad y emisores que controlan el discurso, y a los creyentes como participantes voluntarios, receptores y reproductores del discurso. El contexto donde se dan estas interacciones es la iglesia (organización y comunidad religiosa) durante una reunión general (ritual), lo que implica la existencia de lo que Van Dijk (2011) define como un modelo mental; esto es, un cúmulo de experiencias personales, conocimientos socioculturales, situaciones sociales y comunicativas. Un lugar donde se aprenden y reproducen experiencias y representaciones socioculturales determinadas por la estructura y los conocimientos. En palabras de este lingüista, los lugares son constructos sociales complejos, donde participan actores y roles sociales, con significados e identidades sociales e individuales, con discursos y maneras de interactuar apropiadas y adecuadas (Van Dijk, 2011). Entre los actores que participan en los videos analizados se encuentran dos tipos de miembros de la iglesia: por un lado, aquellos que forman parte de la estructura formal, como los pastores, y otros relacionados con el liderazgo en ministerios; y por otro lado, los congregantes que no forman parte de la estructura formal.

Existe entre los miembros de la comunidad religiosa un conocimiento sociocultural que se puede apreciar en los significados compartidos y la forma de discurso e interacción. Se puede pensar que este conocimiento sociocultural ha sido adquirido a partir de las experiencias a lo largo de su pertenencia a esta comunidad y tal vez a otras de tradición cristiana evangélica, el que ha sido enseñado y socializado por los pastores y la iglesia. Esto se observa en el discurso, pues todos los que participaron y dieron testimonio entienden el propósito de los viajes misioneros como una forma de cumplir un trabajo encomendado por Dios para con los demás necesitados. El uso de frases como: “trabajar en el campo misionero”, “van a servirte a ti (Dios)”, “que se cumpla tú (Dios) propósito” (Vástago Ministerios, 2021b, 2021c), refleja el propósito desde quienes ejercen autoridad en la comunidad; así como las frases: “podemos apoyar en algo”, “de servirle a Dios en lo que él te mande a hacer” (Vástago Ministerios, 2021c, 2021d), muestran la apropiación de dicho propósito por parte de aquellos miembros de la congregación general.

Sobre la situación comunicativa particular de “dar testimonio”, es necesario observar la administración del tiempo y el peso del lugar en cuanto a la acción y dentro del ritual religioso. La liturgia está compuesta por momentos secuenciales distinguibles en sus formatos presencial y virtual. La secuencia se inicia con la bienvenida a los presentes y a los que ven la transmisión por las redes sociales. El anfitrión, que a la vez dirige el tiempo de “alabanza”, invita a hacer una “oración” para iniciar el rito. Le sigue un tiempo de música y cantos en el que participan músicos y la congregación en general (de duración de 30 minutos). A continuación, se eleva una oración de gratitud y se hace la entrega de “diezmos y ofrendas”, en la que participan los músicos y cantantes, los que pasan y depositan sus diezmos y ofrendas, y los demás congregantes que cantan. Después, viene una transición en la que se dan algunos avisos de interés de la iglesia. En este momento, por lo general, se invita a que pasen los miembros de la congregación que “darán su testimonio”. Prosigue la “predicación” y, por último, se eleva una oración de cierre y se hace un canto de despedida. La duración total de la liturgia de las reuniones generales es aproximadamente de una hora y treinta minutos. El tiempo asignado para los testimonios es de aproximadamente 15 minutos.

Como se observa, el momento en que se da testimonio se ubica como un eslabón entre los momentos colectivos de la comunidad (alabanza, oración y entrega de diezmos) y lo que las iglesias consideran el propósito de la reunión de la iglesia: “recibir el alimento espiritual”, la prédica. Dar testimonio representa una evidencia de cómo la experiencia religiosa motivada por la iglesia surte efectos, da un resultado, “rinde frutos”. Es el sujeto como resultado de la acción colectiva y la manifestación de las creencias y los comportamientos enseñados por los líderes y la comunidad religiosa. También, es el momento de la aparición del sujeto, del normalmente conocido como congregante (Arendt, 2016, p. 222). El “testimonio” implica la conjugación de acción y discurso, es el campo de la aparición de dos identidades: la del miembro de la comunidad y la del individuo. En ambas, el que “da testimonio” se afirma. También la comunidad religiosa se legitima al dar espacio al congregante para presentar su fruto derivado de las actividades religiosas comunitarias; por ejemplo, los viajes misioneros.

En lo observado en los diferentes videos y situaciones de “dar testimonio” se pudo distinguir una diferenciada “aparición” de los participantes, determinada por la asignación de tiempo según el tipo de viaje misionero. De acuerdo con el pastor de Vástago Ministerios se pueden identificar tres niveles de misiones, siguiendo un fragmento de la Biblia. Este hace referencia a las últimas palabras de Jesús a sus discípulos después resucitar y antes de ascender al cielo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos de los Apóstoles 1:8 Reina-Valera, 1960). De aquí se infiere que existe trabajo misionero orientado a la localidad (Judea), a la región o país (Samaria) y el resto del mundo. Es por esto que los viajes misioneros de corto plazo que organiza Vástago Ministerios atienden estos tres niveles; por ejemplo, actividades en Mexicali (Judea), en Ensenada y San Quintín como la región (Samaria) y otros fuera de México como Kirguistán. En ese sentido se observó una asignación de tiempo mayor al total al momento de dar los testimonios de los viajes misioneros fuera de México (aproximadamente 14 minutos) en relación con los realizados dentro del país, pero fuera de Mexicali; para los adultos, de aproximadamente dos minutos, y para los jóvenes, de aproximadamente seis minutos en total.

Al analizar las transcripciones de los testimonios documentados en los videos, se identificaron algunas palabras y sus variantes, que hacen alusión a acciones relevantes. Estas fueron: “agradecimiento”, “bendición” y “servicio”. Estas acciones presentaban como destinatarios a Dios, la iglesia, las comunidades fuera de la localidad, la localidad de Vástago Ministerios y el creyente mismo. Existe un uso diferenciado de las menciones de estas acciones dependiendo la identidad de los sujetos, por ejemplo: de las 18 veces que se hace referencia al “agradecimiento”, 14 corresponden a miembros de la estructura clerical de la iglesia (nueve adultos y cinco jóvenes); de estas, cuatro fueron destinadas a la iglesia y las otras a Dios; en el caso de “bendición”, dos fueron hechas por congregantes y como destinatarios ellos mismos; con relación a “servicio”, de las 16 menciones nueve corresponden a jóvenes congregantes y seis a adultos líderes y servidores. El número de menciones sobre el “servicio” adquiere relevancia al asociarlo con la asignación de tiempos para la presentación de los testimonios, siendo mayor para los jóvenes que participaron en el viaje misionero en comparación con los adultos. Otro punto relevante es la correspondencia entre el número de menciones de los jóvenes congregantes y sus líderes, una forma clara de apropiación de los valores enseñados.

Los testimonios de experiencias religiosas

Para explorar los significados de las actividades misioneras en los creyentes y ver si forman parte de sus experiencias religiosas es necesario identificar algunos rasgos de estas. Desde una perspectiva fenomenológica, García-Alandete (2009) considera al ser humano como sistema abierto, estructuralmente incompleto, limitado, finito, que se interroga por el más allá y que se cuestiona sobre la existencia. Señala que la experiencia religiosa puede ser el contexto de esta búsqueda y encuentro con lo sobrehumano y lo trascendental según la tradición religiosa que lo defina. Concibe a la religiosidad como la manifestación de la apertura del hombre a lo trascedente, y que esta puede ser experimentada de manera consciente o inconsciente, aceptada o rechazada. Esta religiosidad tiene su fundamento en la necesidad de dar sentido a su existencia. Para García-Alandete, “[l]a experiencia religiosa supone el acceso a un modo radicalmente original e irreductible, caracterizado por el reconocimiento y la vivencia profunda y convencida de la trascendencia, de hallarse ante una presencia, la presencia de ‘lo sagrado’, la presencia” (2009, p. 119). El autor afirma que esta experiencia no es producto de la imaginación, delirio, fábula o de condiciones fisiológicas, cognitivas o emocionales de un momento; es una vivencia personal, íntima e intensa de relación con algo misterioso (2009). Según su planteamiento, la experiencia religiosa presenta un momento subjetivo, esa experiencia personal de encuentro con lo sagrado; y un momento objetivo que tiene que ver con el contexto social, histórico y cultural, también relacionado con un sistema de creencias y principios determinado por una institución que lleva una experiencia colectiva compartida (García-Alandete, 2009, pp. 118-119).

Al hablar sobre la religión del hombre, James (2006a) afirma que esta implica formas de contracción y expansión de su ser, pero que estas, dependiendo de la época y sistema, pueden ser de temor y sumisión o de paz y libertad. Sostiene que en la experiencia personal religiosa los sacrificios y renuncias son tomados como necesarios para lograr la felicidad. En la experiencia religiosa, el sujeto tiende a rendirse ante la divinidad, cede su voluntad de manera consciente o inconsciente. Esta rendición es gradual e implica la adquisición de nuevos hábitos espirituales y morales (James, 2006a). Este autor habla de transformaciones derivadas de la experiencia religiosa, que origina el cambio del centro de los intereses personales por los religiosos. Con esto aparecen impulsos motivados por ideales religiosos como la caridad, devoción, paciencia y el coraje, por nombrar algunos (James 2006b). Las experiencias religiosas (místicas) presentan, según su parecer, las siguientes características: inefabilidad, cualidad de conocimiento, transitoriedad y pasividad (James, 2006b, pp. 116-118).

Los testimonios analizados muestran cómo los sujetos que participaron de los viajes misioneros significan tal actividad o experiencia religiosa. En los hallazgos de las transcripciones de los 14 sujetos, se encontraron 54 menciones sobre la experiencia religiosa del viaje misionero, siendo 43 de estas menciones expresadas por los jóvenes. El resto correspondió a adultos líderes y servidores y a adultos congregantes. Las palabras utilizadas para significar estas experiencias fueron: “especiales”, “sobrenaturales”, “padre”, “intensa”; “un reto”, “maravillosa”, “súper”, “sobrepasa expectativas”, “impresionante”, “positivo”, “sacar de nuestra zona de confort” (Vástago Ministerios, 2021c, 2021d, 2021f). Estas expresiones se relacionan con lo que James (2006b) señala respecto a que la experiencia religiosa resulta inefable, aunque se utilizaron en su mayoría adjetivos imprecisos. Otras características de dichas experiencias son la impresión de adquirir un conocimiento trascendental y una transformación en su vida, tal como se observa en las siguientes expresiones: “regresen diferentes”, “ablandó el corazón”, “darme cuenta”, “aprendí”, “trabaja corazones”, “no soy yo”, “servir a Dios”, “servir a los demás”, “Dios trabajó en la fe, en mi vida personal”, “confiar en Dios mi vida”, “regreso diferente”, “Dios tocó el corazón”, “vivir la vida diaria”, “un cambio de vida muy radical” (Vástago Ministerios, 2021b, 2021c, 2021d, 2021f).

Cada testimonio revela formas muy particulares de los viajes misioneros como experiencias religiosas. Los jóvenes se expresan con mayor intensidad sus experiencias; en ellos se hace más evidente la transformación de sus actitudes y de sí mismos y en relación con otros, como resultado de la experiencia misionera. Lo anterior puede verse reflejado en los siguientes testimonios:

[…] vengo feliz. Fue mucho lo que aprendí, mucho lo que lo que di. Ahora mucho lo que tengo que agradecer a Dios, porque cuando tú tienes todo, no te das cuenta de lo valioso que es. Y cuando te enfrentas a estas situaciones, valoras realmente lo que tienes. (Mujer 2, Vástago Ministerios, 2021c, s. p.).

[…] este viaje supongo que a todos los que fuimos nos tocó el corazón, y pudimos darnos cuenta, que no solamente el viaje era para ir y servir, sino que también para que nos diéramos cuenta de que también aquí en nuestro, en nuestra vida diaria, también podemos servir de una manera impresionante. (Mujer joven 1, Vástago Ministerios, 2021d, s. p.).

Desde la vivencia de los creyentes, los viajes misioneros son medios para entender su identidad de servidores, de siervos, de ir a dar y servir, y en esto reconocer lo que Dios ha dado. Las comunidades visitadas siguen siendo receptoras en condiciones desiguales, pero de manera indirecta sirven como punto de referencia del privilegio que gozan los misioneros fugaces en su situación de origen.

Algunos creyentes, en el contexto de los viajes misioneros de corto plazo, llegan a tener experiencias religiosas de tipo carismática-mística, donde el Espíritu de Dios habla o se manifiesta en milagros. Una de las jóvenes vivió una experiencia religiosa de mayor intensidad durante las actividades de asistencia en una casa de rehabilitación para mujeres:

El último día, cuando estuvimos en la ministración, me tocó ministrar a lo que fueron, a dos mujeres, cuando estaba orando por ellas eh […] dije demasiadas cosas, en serio, dejé que el Espíritu Santo me guiara. Me sorprendí todo lo que dije, y le decía a mi mamá que, no es por exagerar, pero estaba en esa oración, sentía que mi voz no era mi voz. Sentía que mi voz era una voz tan dulce, una voz tan blanda, que mientras estaba orando […] decía: en serio […] bueno no soy yo. Sé que no soy yo porque mi voz cambió completamente, sabía que era Dios hablando a través de mí. (Mujer joven 2, Vástago Ministerios, 2021d, s. p.).

Las experiencias religiosas derivadas de las actividades misioneras pueden ser utilizadas como ejemplos y soporte empírico del discurso de una iglesia. Proveen de evidencias y argumentos para afianzar una doctrina, una misión y la idea de una transformación personal para ayudar a Dios con su trabajo y cumplir un mandato que representa lo que los verdaderos creyentes y la verdadera iglesia es y hace. Un ejemplo de esto se dio en la reunión general del domingo 12 de septiembre, el día que les tocó a los jóvenes que visitaron Kirguistán compartir su testimonio. Esto se dio al finalizar la predicación con el título de “Atrévete a ser vulnerable”. Fue entonces que el pastor Manuel invitó al escenario a los cuatro jóvenes que regresaron del viaje misionero fuera de México. Al presentarlos dijo: “Les vamos a dar exclusivamente dos minutos como máximo para que nos digan, a la luz de la escritura de hoy […] a la luz de la Biblia […] de la palabra expresada hoy, ¿qué fue para ustedes este viaje?” (Vástago Ministerios, 2021f, s. p.). Después de estas palabras pasaron a dar su testimonio, primero las jóvenes y después los jóvenes. La segunda joven inició su relato de la siguiente manera: “Hola buenos días. Eh […] creo que fue el viaje de realmente ser vulnerables y de lo desconocido” (Vástago Ministerios, 2021f, s. p.). Con esto adecuó su relato a los fines propuestos por el pastor al presentarlos, retomando el concepto de vulnerabilidad.

En la semana que debió finalizar el viaje misionero, tres de los jóvenes se contagiaron de COVID-19, por lo que solo regresaron el pastor Manuel, su esposa y otro de los jóvenes, hijo de los pastores. Las dos jóvenes y un joven tuvieron que quedarse una semana más, no planeada, en Kirguistán. La experiencia de estos tres jóvenes en un estado de vulnerabilidad por encontrarse enfermos, en un país extraño, lejos de sus familiares y sin recursos para solventar sus gastos no planeados inspiró la predicación de ese domingo. Los jóvenes contaron que gracias a esa situación pudieron encontrarse con Dios, con los cuidados que la iglesia anfitriona tuvo hacia ellos y que atribuyeron a la provisión de Dios. Los testimonios se enfocaron en contar cómo Dios tocó sus corazones y les habló a través de la oración y de las circunstancias.

Conclusiones

Después de un año difícil por las restricciones de realizar actividades dentro de sus instalaciones y la poca asistencia de sus congregantes, las iglesias empiezan a poner en marcha acciones que reúnen y permiten reforzar la identidad comunitaria. La iglesia Vástago Ministerios realizó tareas de caridad en comunidades vulnerables dentro de su ciudad a finales de 2020. Desde los primeros meses de 2021, de manera enfática el tema de misioneros y actividades misioneras se introdujo en gran parte de las reuniones de la iglesia. La experiencia traumática de la pandemia por COVID-19 solo fue recordada por las constantes menciones de los protocolos de seguridad sanitaria. Tal parece que la relevancia del significado religioso de las misiones opacó en los discursos la situación de la pandemia.

El método del análisis crítico del discurso utilizado para los testimonios de los congregantes y de las reuniones generales de la iglesia mostró la existencia de significados compartidos sobre las misiones evangélicas, así como también de significaciones compartidas comunes respecto a las experiencias religiosas. Existe una reflexión política sobre el creyente en su interacción con el “otro” y con la divinidad a partir de dos conceptos asociados a la experiencia religiosa: la caridad y la vulnerabilidad. La caridad relaciona al creyente con las comunidades receptoras, los necesitados. Y la vulnerabilidad pone en relación al creyente con el “otro”, consigo mismo y con la divinidad. La actitud caritativa se intensifica durante la realización de la actividad misionera; la actitud de vulnerabilidad trasciende la actividad.

En los testimonios revisados, el tema de la caridad queda relegado a un lugar de menor importancia. Esto no quiere decir que en el tiempo en que se llevó a cabo el viaje misionero no haya sido central. Los videos que documentan tales viajes dan clara muestra de las múltiples actividades de ayuda y servicio hacia las comunidades y poblaciones visitadas. En los momentos durante el viaje se vive la política en los encuentros e interacciones con los otros. Al regresar y recordar las experiencias, y sobre todo llevarlas al plano de lo religioso para ser expuestas, parece que se da una reconstrucción de los significados y con ello una nueva producción de discurso adecuado al nuevo destinatario: la congregación de la iglesia de origen. Es la interacción con el otro desconocido donde la política se muestra más evidente, y su duración está limitada a la de la situación de la exposición entre ellos.

Los testimonios son un medio para sostener las creencias comunitarias, para afianzar la identidad colectica y para mostrar también la identidad individual adecuada al fin de la iglesia. El discurso fundacional sobre el “llamado”, entendido como el propósito divino individual y común a la vez, es el eje determinante de todas las interacciones de la iglesia. A partir de este “sello por las misiones”, la iglesia motiva la participación de los congregantes y sus familias en los viajes y actividades misioneras. Los congregantes tienen una oferta variada en tipos de situaciones para experimentar la actividad misionera. La campaña anual es la oportunidad para invertir sus recursos (tiempo, dinero, esfuerzo) en viajes misioneros de corto plazo durante el período de vacaciones escolares. Los congregantes de una forma u otra están involucrados en la campaña, ya sea como misioneros activos, donantes, dando apoyo moral a través de la oración congregacional y como receptores de los testimonios que se comparten en la congregación.

Para los pastores de la iglesia, las actividades misioneras son el cumplimiento del propósito de ser cristiano y de ser iglesia. Argumentan esto con el pasaje bíblico antes comentado. Para los creyentes que participan, estos viajes misioneros de corto plazo son otra forma de experimentar la interacción con la divinidad (Dios). Al tomar una posición de siervo, de persona vulnerable, de instrumento para manifestar la “bendición”, ejercen la caridad sobre aquellos que se encuentran en una posición menos privilegiada. Esta experiencia, según los testimonios de los creyentes, transforma su actitud hacia la vida, hacia los otros y hacia Dios. Los testimonios de los misioneros fugaces funcionan como evidencias de la experiencia religiosa personal y de ser cristiano “verdadero”, miembro de una iglesia que cumple con su propósito “verdadero”.

La campaña de “Vacaciones con Misión” permite a los creyentes vivir una experiencia similar a la de los religiosos místicos, que dejan la comodidad de su vida cotidiana y emprenden otro nivel de experiencia religiosa personal. Podría pensarse que la iglesia emula de manera controlada las condiciones de una vida dependiente de la voluntad y acción de la divinidad. En el encuentro con el “otro”, mediante una actividad y acción política, alcanza su nivel de intensidad más alto en tanto el misionero está fuera de su contexto cotidiano, y empieza a bajar en la medida que retoma su rutina, a su regreso a la tierra. Se podría pensar que estos viajes misioneros de corto plazo son parte de un turismo religioso, como viajes que propician experiencias emocionantes, intensas y hasta sobrenaturales, algo así como otra opción para el mercado de consumo religioso contemporáneo.

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1 Expresión utilizada por el pastor Manuel para caracterizar a la iglesia Vástago Ministerios.

2Tradicionalmente, los participantes realizan actividades para recaudar fondos para cubrir los costos de los viajes (rifas, ventas de manualidades y/o comida). En 2021, en Mexicali, una gran parte de las actividades económicas ya estaba operando.

3Según JHU CSSE COVID-19 Data (2022), en Méxicali durante el mes de julio de 2021, el promedio de nuevos contagios era de siete por día.

4Para este grupo, la categoría jóvenes debe entenderse según aquellos que cursan el nivel preuniversitario y universitario.

5Tres de ellos con estudios de licenciatura.

Received: March 05, 2022; Accepted: May 10, 2022

* Doctor en Estudios Socioculturales, Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Profesor de Asignatura de la Facultad de Ciencias Humanas y Facultad de Ciencias Administrativas de la UABC en Mexicali, México.

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