Señor Editor
La enfermedad del Coronavirus 2019 (COVID-19), causada por el virus SARS-CoV-2, se ha convertido por estos días en el principal problema de salud pública en el mundo. A la fecha, existen más de 100.000 casos confirmados y más de 2.000 personas muertas a nivel global a causa de esta enfermedad1-3, siendo aún una de las prioridades de mayor urgencia la contención en la expansión de contagios a causa del virus.
Algunas de las medidas de protección adoptadas por los gobiernos de países con mayor afectación como China o Italia, y que Chile paulatinamente ha ido adoptando, han consistido en implementar el cierre de fronteras y limitar en la mayor medida posible la aglomeración de personas en espacios públicos abiertos y cerrados, incentivando a las personas a quedarse en su hogar con el fin de reducir la exposición al virus y limitar el contagio a otros sujetos.
Estas políticas totalmente necesarias conllevan, lamentablemente, restricciones en la participación de las personas en actividades como la práctica regular de actividad física (AF). La población que más se podría ver afectada con la interrupción drástica de esto son los Adultos Mayores (AM). En Chile, regularmente existen alternativas que permiten la realización de AF en personas de este grupo etario, mediante el Subcomponente Adulto Mayor en Movimiento, del Instituto Nacional de Deportes4, o el programa Más Adultos Mayores Autovalentes, del Ministerio de Salud5.
Es necesario considerar que las medidas políticas destinadas a la restricción al libre desplazamiento van a conducir a periodos prolongados de inactividad física, en donde es muy probable que se privilegien conductas como estar sentado, mirar la televisión, usar el computador o el celular, por periodos de tiempo prolongados. Todas estas conductas, si son mantenidas en el tiempo, podrían afectar negativamente el estado de salud y/o condición funcional en este grupo etario.
Es por esto, que se hace relevante implementar medidas que vayan dirigidas a limitar los periodos de tiempo sedentarios de los AM, en concordancia con su estado de salud reciente, mientras se encuentren en casa, promoviendo la práctica periódica de rutinas de AF. El rol, tanto de las autoridades del Ministerio de Salud e Instituto Nacional de Deportes, así como el de los profesionales encargados de trabajar en terreno en estos programas, será fundamental para lograr dicho propósito.
La inclusión de ejercicios en el hogar debiese abordar al menos los componentes básicos de la condición física-funcional, tales como fortalecimiento y estiramientos de miembros superiores e inferiores, ejercicios dirigidos al equilibrio estático-dinámico y control postural, capacidad aeróbica, así como aquellos destinados a la salud mental. Los ejercicios debiesen contemplar el uso de implementos y estructuras fáciles de encontrar en el hogar, como por ejemplo subir-bajar escaleras, pararse-sentarse de una silla, control postural sobre superficies inestables (una almohada en el suelo), entre otras. Es probable que aumente el tiempo empleado en usar plataformas virtuales como YouTube, por lo que una buena medida es utilizar las herramientas que ahí existen, o que se pueden diseñar, para incentivar estas actividades6.
Si bien la primera prioridad es detener la masiva propagación del COVID-19, a través de medidas muy necesarias como estar la mayor cantidad de tiempo posible en el hogar, debemos tener en contemplación que esto puede ir de la mano con un aumento considerable en los tiempos de inactividad física, sobre todo en la población AM. El diseño e implementación de estrategias dirigidas a incentivar la realización de AF en el hogar serán un punto importante en la superación de esta crisis sanitaria, así como en el período posterior a la resolución de esta.